Hace poco, funcionarios actuales denostaban agriamente con alusiones injuriosas y difamatorias a los del PLD.
Ahora demuestran que la aspereza de sus lenguas no hace juego con sus delicadas pieles, incapaces de aguantar críticas justificadas ni sugerencias pertinentes. Peor aún, hay demasiado silencio cómplice.
Por ejemplo, el escándalo por contratar irregularmente a artistas y luego regalarles más de RD$103 millones, por el jefe de políticas sociales del gobierno, quien dijo que esa “salida” fue recomendada por el antiguo vocero de Participación Ciudadana, Carlos Pimentel, actualmente director de compras y contrataciones del gobierno, tras avisarle que había incurrido en “irregularidades”.
Si la contratación fue irregular, regalar esa millonada a poco más de medio centenar de músicos ¿fue “regular”? Cualquier idiota puede hacer una lista larguísima de dominicanos más necesitados y merecedores de esa ilegal generosidad con dinero del erario.
Un gobierno cuya vocera requiere palmaditas en la espalda porque sus desatinos cogen más prensa que su jefe, si se deshace de la crítica cogerá peor rumbo. Abinader merece más que una faranducracia.