Silencios

Silencios

Silencios

La falta de bullicio por la pandemia ayuda a entender cuán ruidosos somos. Hablar durísimo, hacer escándalos, invadir la privacidad ajena, poner música altísima, gritar cuando podemos sencillamente hablar; todo conspira para matar la paz, la quietud y el silencio. El exceso de ruido crispa los nervios.

La irritación de muchos ciudadanos se refleja en sus rostros. Las poquísimas veces que salgo, en cualquier esquina veo las desigualdades sociales que por hábito ignoramos (niños pidiendo, jóvenes empericados limpiando parabrisas, policías cherchando, mientras motociclistas se van en rojo…). Los vidrios altos dejan la bulla fuera, pero no la silencian. También están los ruidos y silencios en los medios y las redes sociales.

El reciente cambio de gobierno ha convertido a independientes en bocinas, a cornetas en corderitos gobiernistas, a bocinas en críticos oficiales…

Lo más notorio es quizás el silencio. Mucho silencio cómplice ante manejos y actuaciones que antes provocaban paroxismos de indignación moralista. Tantos cambios de ánimo y actitudes indican que poco ha cambiado. Pobre opinión pública, entre cháchara y silencios…



José Báez Guerrero

Abogado, periodista y escritor dominicano.

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