Washington, 1 jun (EFE).- Licorerías, sucursales bancarias, cafeterías, la sede del mayor sindicato de EE.UU., casi todos los establecimientos cercanos a la Casa Blanca mostraban este lunes las cicatrices de otra noche de violentas protestas ante el inquietante silencio del presidente Donald Trump.
El centro de la capital estadounidenses amaneció con el resultado de la batalla campal de anoche: Vidrios rotos, puertas destrozadas, pintadas contra Trump y a favor del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) mientras en Lafayette Square (la plaza situada frente a la casa presidencial) los operarios y agentes de seguridad trataban de limpiar los desperfectos.
Pese al toque de queda decretado por la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, los participantes en las protestas mantuvieron la actitud desafiante ante las fuerzas de seguridad quienes recurrieron al lanzamiento de pelotas de goma y gas lacrimógeno.