Santo Domingo,, Las decisiones mayoritarias que recogerán las urnas el domingo, 19 de mayo de 2024, incidirán sobre la vida dominicana en los próximos cuatro años y quién sabe cuánto tiempo más.
Entre las tareas inmediatas de los mandatarios propuestos al Congreso Nacional y la Presidencia por los partidos políticos están las de legislar y gobernar la vida de la nación, pero vistos algunos aspectos de esa vida, se puede afirmar que los efectos pueden hacerse sentir durante los próximos veinte o treinta años.
Los más prominentes aspectos son la deuda pública interna y externa, pero esta última vertiente de manera principal en vista de su conexión con otros como el déficit fiscal, la operatividad de la turbina económica de manera que se pueda mantener en el tiempo una expansión anual del PIB del 5 %, con sus efectos en la opinión pública a partir de la propaganda de los administradores; pero también la deriva moral de una parte notable de la población montada en un carro del progreso hecho de dinero sin que importen los medios ni la forma, el ordenamiento de la economía informal, inmensa y paralela, en la que ocurre de todo; el fomento de las exportaciones ahora que el turismo, las remesas, y la manera de tratar con los efectos de las políticas aplicadas en el pasado en relación con la inmigración haitiana.
Independiente de que lleguen conscientes o no acerca de la forma en que se juega el destino dominicano con estos siete grandes temas, los electores estarán decidiendo el domingo sobre ellos, no sólo con la elección de un Presidente, sino con la de un Congreso Nacional al que van a dar mandatarios sobre la base de simpatías, compromisos partidarios o liberalidad monetaria de los candidatos.
Los presidenciales
Los electores, 8 millones 145 mil 548 según el padrón de la JCE, cuentan con nueve opciones de las cuales cinco son un misterio absoluto, dos a medias y otros dos tienen un perfil político y administrativo a la vista, que es el caso de Leonel Fernández, con tres administraciones entre 1996 y 2012 en períodos de cuatro años, todas desde el Partido de la Liberación Dominicana, mientras que Luis Abinader es un reeleccionista a punto de concluir el cuatrienio iniciado el 16 de agosto de 2020 desde el soporte político del Partido Revolucionario Moderno.
Abel Martínez, del PLD, es uno de los dos que puede mostrar seis años en la Cámara de Diputados y ocho como alcalde de Santiago; el otro es Miguel Vargas, del Partido Revolucionario Dominicano, con una dilatada hoja política y experiencia administrativa como ministro de Obras Públicas y como Canciller de la República.
Los otros cinco candidatos presidenciales son debutantes: María Teresa Cabrera, de Frente Amplio; Virginia Antares, de Opción Democrática; Roque Espaillat, Partido Esperanza Democrática; Fulgencio Severino, de Patria para Todos, y Carlos Peña, de Generación de Servidores.
Desde luego, llegar a la Presidencia de la República sin experiencia de Estado no es razón para temer con alguien que se propone para gobernar a un pueblo y administrar asuntos públicos; Fernández fue debutante en el 96 y Abinader en el 20.
Esto, sin embargo, contiene riesgos implícitos si se piensa en el caso de Juan Bosch, debutante en 1963 tras una larga ausencia del país, un hecho que debe de haber estado en la base de su inclinación a gobernar con sus ideales en primer plano, en desmedro de lo práctico, conveniente para el que trata con intereses de otros, no sólo con los suyos.
¿Qué pasará el domingo?
Nadie sabe lo que va a pasar, a menos que cuente con un algoritmo para decidir las elecciones desde una computadora.
Todo lo que se puede adelantar son previsiones sobre la base de la experiencia, a partir de la cual se puede decir que desde 1970 hasta 2016, los dos únicos candidatos que han perdido una reelección, de 8 proyectos, han sido Joaquín Balaguer en 1978 e Hipólito Mejía en 2004.
A Balaguer le cambió la atmósfera política internacional con la llegada de Jimmy Carter al poder en los Estados Unidos de América y esto no fue traducido en un cambio táctico interno en el Gobierno de los Doce Años, con un sector militar, beligerante, duro e incontrolable.
A Hipólito Mejía la población le cobró en las urnas la crisis de Banínter y una inflación severa impulsada por este hecho y por los precios de los combustibles, dos contingencias que reclamaban a un administrador sereno y reflexivo y aquel era repentista, bromista e irónico. En su gobierno hubo, sin embargo, notables aciertos, como la solución del caso Banínter, el fomento de los invernaderos y una actitud que debiera ser imitada por todos: poco antes de la media noche del día de las elecciones dijo que había perdido y todos nos fuimos a dormir sin sobresaltos al final de una jornada adrenalínica.
Esto es personal
Nunca olvidaré aquella salida de Hipólito el 16 de mayo de 2004 para decir que había perdido.
Sin crisis
A la posición de un presidente reeleccionista, sin crisis y sentado sobre el Presupuesto Nacional, le favorecen unos programas del PLD que no han sido desmontados: los planes de asistencia social, el minado de las bases de los partidos de la oposición y el alpiste para la parvada de los partiditos.
La crisis del PLD permanece activa
Alternativa. En estos procesos electorales también se juega un episodio subliminal de la crisis del 6 de octubre de 2019, cuando una convención dividió al Partido de la Liberación Dominicana en dos bandos.
Con los resultados de las elecciones municipales a la vista queda claro que el PLD ganó a la Fuerza del Pueblo en la primera parte del proceso.
Si las tendencias evidenciadas en encuestas se concretan el próximo día 19, la FP le gana al PLD en uno de los tres aspectos en juego, pero está por verse lo que pasará en el Congreso Nacional.
Si Fernández gana la Presidencia de la República, el PLD fluye hacia la organización política que lo impulsa. Si la gana Abel Martínez la FP desaparece y si los dos pierden debe haber reunificación por necesidad.