Si yo fuera el Presidente de la República… de seguro que me darían un golpe de Estado antes de las primeras 24 horas.
Ello así porque yo no esperaría ni un minuto después de mi juramentación y toma de posesión para empezar a dar decretos y tomar medidas encaminados a enderezar todos los entuertos que aquejan al país. Dije “todos”, caiga quien caiga.
Para empezar, designaría un Ministro de Defensa que me garantice estabilidad hasta que termine mi período constitucional, sin reelección; daría los pasos necesarios para recomponer las Altas Cortes y el Ministerio Público, con absoluta independencia y autonomía administrativa; y sanearía el Congreso Nacional, limitándolo a una sola Cámara de Diputados, sin Senado.
Acto seguido mandaría a la cárcel a todos los funcionarios que no cumplen con la declaración jurada de bienes; y a todo el que cometa cualquier tipo de actos de corrupción en perjuicio del Estado.
También sacaría tiempo para rehacer el Gabinete, suprimiendo los ministerios de la Mujer, de la Juventud y otros que no son más que de “botellas” inútiles.
Dispondría la supresión inmediata de las 14 oficinas que tienen que ver con el tránsito terrestre y crearía una sola entidad que organice el problema, con cárcel para todos aquellos “sindicatos” que pretendan ser los dueños del país en esa materia y entorpezcan los planes en marcha.
De paso, colectivizaría el transporte, construyendo una amplia red ferroviaria.
Le dedicaría una mayor atención al problema haitiano y metiera en la cárcel a los que contratan ilegalmente a los ciudadanos del vecino país. Igualmente tras las rejas irían a parar los depredadores de los bosques y ríos del territorio nacional.
Garantizaría agua potable a la población, de manera que las personas puedan tomar agua directamente del grifo.
En cuanto a la producción de energía, promovería la creación de fuentes renovables como el sol, el agua y el viento, de modo que en mi cuatrienio constitucional toda la electricidad que se consuma en el país provenga de hidroeléctricas, paneles solares y generadores eólicos.
Dispondría que todos los vehículos oficiales sean de bajo consumo, incluido el del Presidente. Los demás vehículos deberán pagar impuestos muy elevados, para desincentivar el gasto alegre de divisas.
Eliminaría todos los cargos burocráticos innecesarios, como los viceministros, asesores y asistentes. Con ese ahorro aumentaría el presupuesto de Educación de 4% a 6%, y el de Salud a un 5%. Eliminaría también los guardaespaldas de todos los funcionarios.
Todos los funcionarios públicos, incluido el Presidente, deberán enviar sus hijos a las escuelas públicas y asistir a los hospitales públicos.
…Y todavía falta mucho por hacer!