Si no cambian, que se vayan

Si no cambian, que se vayan

Si no cambian, que se vayan

Hugo López Morrobel

Las crisis permanentes han sido el elemento que ha caracterizado y afectado sensiblemente en los últimos años a todas las estructuras del movimiento olímpico dominicano, producto de intereses personales y grupales que han estimulado e incitado a la división.

El propósito de los dirigentes que se han dado a esa malsana tarea tiene hoy al Comité Olímpico con una imagen muy difusa, quizá se le podría definir como deplorable, entre los atletas y la población en términos generales.

Y es que los problemas que se han suscitado y que todavía se mantienen vigentes a lo interior del COD no parecen ser cosas del otro mundo, por lo que no se entiende que a estas alturas no se les haya encontrado solución permanente.

El próximo lunes, en su asamblea general ordinaria anual, deben a toda costa buscar fórmulas que conduzcan a acuerdos satisfactorios entre sus miembros.

Al parecer olvidan, y que se sepa, ninguno sufre de alzheimer, que tienen un compromiso sagrado con el desarrollo integral de millones de niños y jóvenes.

Eso no se puede poner en juego por las diferencias, algunas veces cosméticas, entre sus dirigentes.
Si la situación imperante desde hace un tiempo no se resuelve, lo mejor es que de una vez se vayan todos, con el objetivo de despejar el camino hacia una solución definitiva.

RADARES. Lo que pasa en el COD parece ser el reflejo de lo que sucede desde hace unos años en la sociedad en términos generales, en la que nadie quiere respetar los derechos de los demás, todos se creen por encima del bien y del mal, particularmente desde una alta o mediana posición en el gobierno, que convierte en intocable hasta para las propias leyes. Así no se puede, así no hay toro que llegue a buey.