Si me matan, ya tienen su titular

Si me matan, ya tienen su titular

Si me matan, ya tienen su titular

Si me matan dirán que fue por llamativa,  por tener muchas caderas y ponerme ropa que las destaquen, por haberme hecho el cuerpo, por estar a favor del aborto, por salir de noche, por tener amigos hombres, por conocer personas en internet, por no estar casada, ni tener hijos a los 34 … en fin, si me matan o golpean, como sucedió con la joven Ferdeline Mercedes Sena, herida por su sobrino “enamorado” será por “ya haberle dado un chin al sobrino”, como aseguran algunos  de los tantos comentarios de los lectores realizados en la noticia que destaca el hecho.

Ferdeline, de 22 años, tenía 27 semanas de embarazo y producto de las heridas murió la criatura que llevaba en su vientre. Pero al parecer la desgracia vivida por esta joven no es suficiente para una sociedad que justifica la violencia de género y entiende que “algo hizo” la víctima para merecer semejante desgracia.

Actos como estos son los que me llevan a pensar, que simplemente, si me matan, yo seré la única causante de mi desdicha, porque ya, desgraciadamente,  estamos acostumbrados a aceptar como normal el círculo vicioso de la revictimización a la mujer.

Es hora de gritar: ¡basta ya!  y dejar de culpar a nuestras mujeres por “provocar”  su asesinato, el maltrato o la brutalidad causado a manos de algunos descerebrados.

Lamentablemente, este es un mal universal, pues, #Simematan se convirtió en una protesta que se volvió viral en México,  iniciada  el pasado  jueves 4 de mayo, cuando se supo la noticia de la aparición del cuerpo sin vida de una mujer, atado a una caseta de teléfonos en el campus de Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Según varios  informes,  en los que se incluye el reporte del periodista mexicano Juventino Montelongo, “la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de la Ciudad de México reveló la identidad de la  mujer: Lesby Berlín Osorio, una joven de 22 años, quien se dedicaba a pasear perros”.

Y como una forma de matar nuevamente a Lesby,  “la  misma Procuraduría dio a conocer detalles en su cuenta de Twitter que ellos juzgaron relevantes en el caso: la joven debía algunas materias de preparatoria, había ingerido alcohol y drogas y además se había regresado sola a casa”.  Dando a entender, como bien lo explica el periodista  Eros Ortega en su  artículo de opinión: “El caso de Lesby y la cultura de la violencia”,  “que la responsabilidad de su propia muerte se debía a la reproducción de malos comportamientos que “facilitaron” su asesinato, en otras palabras: Un comportamiento indebido ante el juicio de la sociedad fue una de las principales causas de su muerte”.

Y esa misma historia  se repite con Ferdeline Mercedes Sena, quien gracias a Dios sobrevivió al ataque de su agresor, pero, como se perfilan las cosas, tendrá que vivir  no solo con las cicatrices físicas dejadas por su agresor, sino también con la cicatriz moral estampada por el juicio social.



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