Sabemos que la vida es una y termina. Puede ser larga, mediana o corta. Tiene diferentes etapas: niñez, juventud, adultez, vejez, y en cualquiera de ella se puede detener, podemos morir. ¿Qué se espera que la gente haga en vida?
Si la vida es una y termina, pienso que no importa la posición económica, el disfrute está al alcance de todos. Es actuar con honestidad, para vivirla con tranquilidad, sin hacerse daño a sí mismo ni a los demás. La clave es disfrutarla sin entrar en conflicto con la conciencia, sin atentar contra la paz interior, convencidos de que el motor que impulsa a actuar con serenidad, firmeza y éxitos, es la libertad.
Si la vida es una y termina, los cristianos, los seguidores de Jesucristo, el hijo de Dios, invitan a amar al prójimo como a ti mismo, enfatizan la justicia social, el bien común, que nos tratemos como hermanos para sentir paz espiritual y ser felices. Pero estamos expuestos a tentaciones y los más débiles sucumben, olvidando estos principios.
Si la vida es una y termina, significa que el alma, esto es, la memoria espiritual, emocional e intelectual, se desprende del cuerpo, de la estructura física, se va y lo material queda. Sucede a ricos y pobres.
Entonces ¿Qué persiguen los que se concentran en tener bienes materiales, exhibirlos y ponerlos de muralla con los pobres? ¿Que satisfacción le produce no compartir y perderse de estupendas vivencias junto a ellos?
Si la vida es una y termina, lo más juicioso es pasar estas vacaciones sin reñirse con el espíritu, sembrando lo mejor para vivir en paz, sin hacerse daño a si mismo ni a los demás.