Santo Domingo.– “Queremos que los responsables paguen, porque sí hay responsables”, dice Ana María Ramírez, con la voz temblorosa al narrar una de las noches más oscuras de su vida, cuando el techo de la discoteca Jet Set se derrumbó.
El techo de la icónica discoteca Jet Set Club colapsó durante una presentación del merenguero Rubby Pérez, dejando un saldo de 236 muertos y más de 180 heridos. Ana María es una de las sobrevivientes.
Ramírez hizo un llamado a la unión entre las víctimas y afectados de este lamentable accidente ocurrido el pasado 8 de abril.
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“Hago un llamado a la unidad porque hay rumores que dicen que las víctimas y los afectados estamos haciendo acuerdos con los Espaillat y que quedamos pocos. Pero tengo que decirles que no quedan pocos, porque ayer en la audiencia, durante 16 minutos, estuvieron mencionando a las víctimas. Y cuando me enviaron la citación a mi casa, eran cuatro páginas de nombres. Así que somos muchos todavía, pero estamos dispersos”, explicó la sobreviviente.
La víctima pidió que las denuncias sean colectivas y no aisladas, para que hechos como este no se repitan.
“Nadie merece vivir esto”, expresó con indignación, destacando la importancia de la unión de las víctimas del derrumbe del Jet Set.
Además, señaló que ha estado en contacto con otros sobrevivientes y familiares de víctimas interesados en formar un movimiento de apoyo y justicia, con el objetivo de fortalecer los reclamos legales y sociales. Hizo un llamado a unirse, para que cada vez sean más quienes busquen justicia en República Dominicana.
En el acto también estuvo presente la activista social Dayanara Borbón, residente en Nueva York, quien destacó que muchas víctimas que viven fuera del país no pueden acudir a los tribunales dominicanos.
“Hay muchas víctimas que están allá y no pueden venir aquí a agotar un proceso legal”, dijo Borbón. Y agregó con visible impotencia: “La justicia en República Dominicana es una burla organizada”.
Misa conmemorativa y bautizo de Tihago
Este 8 de noviembre, al cumplirse siete meses del derrumbe del techo del Jet Set, familiares, sobrevivientes y allegados se reunieron para celebrar una misa en memoria de las víctimas.
La ceremonia estuvo marcada por un momento profundamente simbólico: el bautizo de Tihago, hijo del ex pelotero de Grandes Ligas Tony Blanco y su esposa Nelffisis Calwany Sánchez Brea, quienes perdieron la vida en la tragedia.
El ambiente estuvo cargado de emociones encontradas. Durante los cánticos, una fuerte brisa golpeaba el lugar, llenando el aire de una sensación de esperanza y nostalgia.
El padre Rogelio Cruz, antes de dar inicio formal a la misa, exigió justicia y lamentó que con el paso de los meses se haya olvidado el peso que tuvo esta tragedia para las familias de las víctimas y para todo el país. Destacó: “El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”, refiriéndose a que, si se ignora este hecho tan lamentable, no se hará justicia y se podría volver a repetir.
Asimismo, aseguró que cada día 8 del mes se seguirá pidiendo justicia por las víctimas, recordando que la memoria no puede apagarse.
Purificación del Jet Set y recuerdo de los fallecidos
A mitad de la misa, el padre Rogelio se dirigió al frente de lo que un día fue la discoteca Jet Set, acompañado por los presentes, para purificar las instalaciones. Frente a los escombros que aún conservan el peso del dolor, familiares y amigos se acercaron a ver las fotos de sus seres queridos que permanecen al frente, al igual que en sus corazones.
Durante el bautizo, el padre Rogelio ungió a Tihago y luego invitó a todos los presentes a hacerle la señal de la cruz. Fue un momento profundamente conmovedor: las personas se acercaban una a una, tocaban con ternura la frente del niño y, al darse la vuelta, algunas se limpiaban en silencio las lágrimas.
La misa culminó entre oraciones, lágrimas y abrazos. El eco del Jet Set volvió a sentirse, no con música ni risas, sino con la promesa de que la memoria de las víctimas permanecerá viva y que la lucha por justicia continuará.
