“Si fuera yo, lo hiciera de otra manera”. Esa frase debe haberla usado todo el mundo alguna vez, por uno u otro motivo.
Se utiliza, por ejemplo, para criticar a los funcionarios públicos (“Si fuera yo ese ministro, hace rato que hubiera renunciado”); para ponerse uno en lugar de un personaje importante (“Si yo fuera Papa, vendiera los tesoros del Vaticano y repartiera el dinero entre los pobres”); en los deportes (“Si yo fuera el mánager lo mando a robarse la base aunque se rompa un hueso”); y hasta entre los que tienen vocación delincuencial (Si hubiera sido yo el que robó el banco no me llevo sólo dos millones, sino diez, y después soborno a la Policía, a la Justicia y a los políticos”). Y así por el estilo.
Pero es más fácil decirlo que hacerlo. Hay muchas cosas que realmente uno puede hacer mejor que otros, pero también hay otras que son dignas de ser imitadas y que pueden encerrar enseñanzas valiosas para los demás.
Si queremos una sociedad digna de la cual nos enorgullezcamos de pertenecer, borremos de nuestra manera de ser esa predisposición para criticarlo todo.
No se puede negar que el país está atravesando momentos muy difíciles, pero solo si nos ponemos positivos podremos superarlos.
El pueblo ha aprendido a reclamar sus derechos y lo hace a través de las redes sociales.
Si yo fuera el Gobierno –es mi turno- le pusiera más atención a esos reclamos populares.