“Sí, es verdad: yo doy arena a mis pollos; pero es arena de calidad…”

“Sí, es verdad: yo doy arena a mis pollos; pero es arena de calidad…”

“Sí, es verdad: yo doy arena a mis pollos;  pero es arena de calidad…”

El Consejo Nacional Agropecuario se reunió de urgencia para tratar sobre la planificación de la producción alimentaria de cara al periodo 1982-1983, primer año del nuevo gobierno que presidía entonces el doctor Salvador Jorge Blanco, el cuarto  mandato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) después del ajusticiamiento del tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina.

Temas críticos afloraron en la agenda de este encuentro. El reputado economista y connotado dirigente del PRD, José Rafael Ángeles Suárez, presidía la reunión como nuevo secretario de Agricultura. La actividad tuvo lugar en el salón del Consejo, ubicado en el  segundo nivel del edificio de enfrente de la siniestrada sede de la Secretaría.

Vivíamos una etapa singular de la política criolla. Los reformistas esperaban tranquilos el toque de corneta de su anciano líder Joaquín Balaguer para salir a la batalla, tenían ya ocho años fuera del gobierno.

En tanto, el genio político encarnado en el profesor Juan Bosch trabajaba afanosamente en el fortalecimiento de su portentoso partido de cuadros que se afirma, se inspiró en la estructura que tenía el partido de Ho Chi Min en Vietnam.

La prensa reseñaba, a veces con insistencia los problemas de precios y especulaciones que se registraban con los principales rubros agropecuarios de primera necesidad. Esta área de la economía era sacudida también por un creciente movimiento de reclamos que impulsaban los gremios de campesinos en la lucha por la tierra, asistencia económica y asesoría técnica para el campo.

El Consejo lo integraban, además de Agricultura que lo presidía, representaciones del INDRHI, INESPRE, Ganadería, Banco Agrícola, Medio Ambiente, IAD y la Dirección de Control de Precios. Asistían igualmente representantes de productores de leche, de los ganaderos, café, cacao y otros rubros.

Cada funcionario exponía los problemas de su institución. Detallaban conforme estaba agendada, las medidas a tomar para aumentar la producción y mejorar la calidad de los productos. Planificaban el abasto de alimentos y los costos de producción de rubros agrícolas y pecuarios, así como la importación de productos, de los cuales existía la pertinencia de su compra en el exterior.

En tanto, el secretario Ángeles Suárez daba seguimiento a los informes de funcionarios y técnicos de cada uno de los organismos citados, a la vez que trazaba orientaciones que servirían para superar los problemas. El representante del Instituto Agrario Dominicano (IAD) por ejemplo, expuso sobre la ola de reclamos que registraba el campo.

Recuerdo que llegué  “de carambola” -si así se puede considerar-a trabajar como periodista de la Dirección de Relaciones Públicas de la Secretaría de Agricultura, que era dirigida por el licenciado Juan Manuel García, académico y reputado profesional del periodismo y de las relaciones públicas.

Ángeles Suárez había convocado una rueda de prensa para dar a conocer temas relativos a la producción nacional agropecuaria. Allí hice una pregunta como reportero del noticiario Radio Mil Informando, donde laboraba. El funcionario ni me contestó, me miró y dijo:

“¿Y tú qué haces ahí haciendo preguntas? ¿Tú no trabaja aquí con nosotros?”-me interpeló. Iba a explicar que hacía la pregunta en mi calidad de reportero de la emisora Radio Mil, pero no me dio tiempo a ello, pasaron la palabra a otro colega. Al término del encuentro, el licenciado García se me acercó, me echó un brazo sobre el hombro y me dijo:

-“Ven mañana para tramitarte el nombramiento, no quiero problema con el secretario. Si me pregunta otra vez y tú no estás nombrado, me va a llamar a la atención”.

Conseguí así, tan sencillamente, un empleo. A partir de ahí me desempeñaba como reportero de Radio Mil y redactor de la Dirección de Relaciones Públicas de Agricultura. Entré al pluri-empleo, muy de moda para la época. Los periodistas antes- y también ahora- recurrimos a más de un empleo, en más de una empresa o institución para poder compensar los bajos sueldos que nos pagan, lo que hacíamos a costa de la salud y del sacrificio de la familia.

Cubría las incidencias las del Consejo y me tocó esta reunión que resultó ser muy controversial. Uno de los expositores, el entonces director del INESPRE, José Michelén, tomó su turno y planteó los problemas de abasto de alimentos, se refirió específicamente a la producción y a los precios de los pollos, un alimento que junto con el arroz y la habichuela, es un rubro básico de la dieta del dominicano.

A la especulación se sumó la denunciada práctica de un gran productor de pollos de la zona de Jarabacoa que según el funcionario, mezclaba con arena los alimentos que daba a las aves, lo cual dijo, hacía en el momento en que estas se iban a colocar en el mercado.

Era algo inaudito, insólito, increíble. La revelación conmovió a los presentes que expresaron que eso, definitivamente, no se podía tolerar. El entonces director de Control de Precios, mayor general Nelson José Morillo Rodríguez, se puso de pies  y en forma enfática expresó:

-“No vamos a permitir eso”.  Y a seguidas, apuntó: “Este señor podrá ser lo que sea, pero es bueno que sepa que no le vamos a tolerar que continué con esa estafa”.

Michelén intervino nueva vez para calmar los ánimos airados del general Morillo Rodríguez, hijo del reputado general José de Jesús Morillo López.

-“No, no, Michelén, no me venga con eso”,-espetó.  –“A ese señor yo lo voy a buscar amarrado ahora mismo. Lo traeré aquí con sogas, en un helicóptero…”.

El funcionario y alto oficial policial se disponía a abandonar el salón para ir a cumplir su advertencia, pero Michelén le detiene nuevamente y le dice que ya no era necesario porque había conversado con el productor y éste prometió descontinuar la práctica, a todas luces ilegal.

-“Hablé con él y me prometió que descontinuaría eso”. Y agregó: -“Me confirmó que sí, que daba arena a sus pollos, pero que era arena de calidad”.

En La granja de Jarabacoa, que era tal vez la más grande del país, era de  uso cotidiano –según las denuncias- que a la hora de colocar los pollos en el mercado, se los alimentaba con arena.  Según dicha versión, se buscaba que pesaran más. A cada pollo le era rellenado “el buche” con dos y tres onzas de alimentos ligados con arena para que aumente en el pesaje. Si esas dos o tres onzas se multiplicaban por millones de pollos, las ganancias realmente eran cuantiosas, se decía.

Las cosas ocurrían rápido en el sector. Días después agricultores ocuparon la sede de la secretaría de Agricultura para reclamar entrega de parcelas y asistencia técnica a los productores. La ocupación de las áreas de las escaleras y pasillos duró más de dos semanas, lo que obligó a las autoridades a negociar con los reclamantes.

Una última ronda de negociaciones terminó pasada las 11:00 de la noche. A esa hora el licenciado Juan Manuel García dispuso que se editara un periódico con los resultados de las negociaciones y pormenores de la estadía de los protestantes en la sede de la Secretaría.

¡RESUELTO YA!, decía el titular del impreso editado esa misma noche y que distribuimos al personal cuando llegaba a las 8:00 de la mañana a sus labores habituales en la institución. Cuando Ángeles Suárez llegó a la Secretaría pasada las 9:00 de la mañana, se le entregó un ejemplar de esta publicación editada en la madrugada.

-“¿Cómo, ya hicieron un periódico? Ustedes son unos bárbaros”, expresó. De paso felicitó al personal de Relaciones Públicas, especialmente al licenciado García.

A Ángeles Suárez le tocó dirigir varios departamentos del Estado en el gobierno del fenecido presidente Jorge Blanco y le recuerdo con mucho respeto y aprecio porque, dada las circunstancias, siempre dio la cara en medio de la convulsa praxis política, propia de la también convulsa situación que vivía el país.

¡Ah!, un último detalle que se me quedaba en el tintero. A unos bellacos se les ocurrió impedir que los agricultores utilizaran los baños de la Secretaría, como forma de forzarlos a abandonar la protesta. Resultado: Los productores eran seres humanos y como tal, hicieron sus necesidades en pasillos y escaleras, generando un fuerte olor a heces fecales que difícil sacar de estos linderos. Algunos mal pensados dijeron – por aquello de la producción de gases- que eso pudo ser la causa real del incendio que destruyó la edificación de la Secretaría, construida por Trujillo como parte del entramado arquitectónico de la Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre.

*El autor es periodista



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