Sherlock Holmes

Sherlock Holmes

Sherlock Holmes

No creo que haya necesidad de explicar quién es Sherlock Holmes, figura de ficción creada por el inglés Sir Arthur Conan Doyle para personificar, en sus novelas policíacas, al más hábil detective de todos los tiempos, para quien no había casos, por misteriosos y complejos que pareciesen, que él no pudiera descubrir. Sus principales herramientas de trabajo eran el análisis y la deducción.

Quien lee la primera novela con Sherlock Holmes de protagonista, las lee todas y se asombra, necesariamente, de la gran capacidad deductiva de ese genio de la investigación… imaginario, naturalmente.

Pero al margen de las novelas que escribió Doyle, andan por ahí muchas otras historias atribuidas a Holmes, muchas de ellas eminentemente satíricas.

Una de ellas refiere que Holmes y su fiel ayudante, el doctor Watson, se fueron una noche a acampar en una tienda de campaña. Después de una buena comida y una botella de buen vino, se entregaron al sueño. Varias horas después, Holmes se despertó y llamó a su amigo: “Watson, echa un vistazo al cielo y dime qué ves”.

“Veo millones y millones de estrellas”, replicó Watson.

“Y ¿qué deduces de ello?”, insistió el agudo detective.

Watson pensó por unos minutos y finalmente dijo: “Astronómicamente, deduzco que debe haber millones de galaxias y potencialmente billones de planetas; astrológicamente, observo que Saturno está en la casa de Leo; teológicamente, puedo ver que Dios es todopoderoso y que nosotros somos pequeños e insignificantes; meteorológicamente, sospecho que mañana hará un día muy bonito. ¿Y tú, Sherlock, qué deduces?”.

Holmes calló por un minuto, y luego habló: “Watson, eres un idiota. ¿No ves que alguien nos ha robado la tienda de campaña?”.



El Día

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