De ser una aldea sencilla, la ciudad de Shanghái pasó a mostrar al mundo los imponentes edificios que la convierten en una ciudad moderna, donde se concentra el centro financiero más importante de Asia.
Los jóvenes que han crecido en medio de este significativo desarrollo la catalogan como la “Ciudad Mágica”, nombre que se ha ganado por albergar diferentes estilos de vida y grandes cambios en un tiempo considerablemente corto.
Sus edificaciones se levantaron en un período estimado de 20 años, tiempo que ha aprovechado la República Popular de China y sus principales ciudades (Beijing y Shanghái) para estrechar relaciones con diferentes países de América Latina y el Caribe, convirtiéndose la República Dominicana en uno de sus socios más importantes y en una de las naciones con las que comparten una profunda empatía a pesar de que no existen relaciones diplomáticas.
Durante una que realizara una comisión de nueve periodistas dominicanos al país asiático, el subdirector de la Oficina de Asuntos Exteriores del Gobierno municipal de Shanghái, señor Liu Guangyon, fue enfático al afirmar que los éxitos logrados a lo largo de los últimos 30 años son un reflejo de la apertura a que fue sometido su país, proceso que ha permitido a sus ciudadanos aprender de las experiencias de otras naciones y de las prácticas más avanzadas del mundo exterior.
Shanghái es una ciudad que nació con un concepto definido. En el Museo de Planificación reposa la historia de cada uno de los proyectos desarrollados; se muestra el pasado, presente y futuro de una nación que comenzó organizarse en 1291, en un radio de 1.9 kilómetros cuadrados.
Ahora, con una población de un poco más de 24 millones de habitantes, distribuidos en una superficie de 6,833 kilómetros cuadrados (equivalente a 3,800 personas por cada kilómetro cuadrado), sus gobernantes se concentran en implementar estrategias que permitan a sus habitantes vivir en armonía con el medioambiente.
Para lograr este objetivo, Guangyon da cuenta de la Sesión Plenaria realizada por el Comité Permanente del Partido Comunista, donde el tema principal fue discutir la planificación urbana desde 2016 hasta 2040, planteando como punto principal la necesidad de desarrollar un concepto que deje espacio a las generaciones venideras.
“Si a nosotros no se nos ocurre una buena idea sobre cómo vamos a utilizar esta tierra, entonces preferimos dejarla a las próximas generaciones para que sean quienes planeen sus ideas visionarias”, afirmó.