Servicio público

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David Álvarez Martín

El viernes 16 de febrero participé en un panel de académicos durante el Seminario Internacional Reforma y Modernización de la Administración Pública de la República Dominicana. En la pasada semana comenté sobre el rol del Estado, hoy quiero hacer algunos comentarios sobre el Servicio Público, inspirándome en el modelo de Estados Unidos.

Durante mi estancia en Estados Unidos, entre el 1992 y el 1994, gracias a una Beca Fulbright, aprendí mucho sobre la cultura política estadounidense. La democracia local, la tolerancia, el respeto a los derechos de las personas, entre otros rasgos, nutrieron mi visión sobre la vida política en la nación de Jefferson y Lincoln.

Pero un aspecto en particular me llamó la atención, y fue durante la campaña electoral entre Clinton y Bush padre, cuando ambos se refirieron en sendos discursos sobre el honor del servicio público. Posteriormente escuché a Obama referirse al mismo tema, al afirmar que escogió el servicio público, en lugar de ejercer de manera privada el derecho y ganar más dinero.

Estados Unidos es la única sociedad que nació siendo capitalista, desde el mismo momento en que arribaron en el 1620 los primeros peregrinos a las costas de América del Norte. Mientras en Europa el capitalismo se desarrolló a partir de la disolución del régimen feudal, en Estados Unidos no existió una sociedad feudal previa, ya que los llamados peregrinos precisamente huían de dicho sistema porque eran burgueses en sus formas de pensar y sobre todo en sus relaciones de producción. El concepto de propiedad privada y libre mercado marcó desde su origen la sociedad que construyeron esos emigrantes.

Lucharon siglo y medio después contra el absolutismo inglés y alcanzaron su independencia, la primera de América, siempre bajo la premisa de existir como sociedad capitalista, bajo un régimen político republicano. En ese contexto la fuente mayoritaria de empleo eran los negocios privados y lo que hoy llamamos el emprendimiento. Trabajar para el Estado siempre se percibió como un sacrificio para el bien común. Por tanto el Servicio Público se entiende en Estados Unidos como un vocación de servicio para la sociedad, especialmente para profesionales que tendrían mejores opciones en el sector privado. Además los servidores públicos estadounidenses tienen muchos controles y su vida e ingresos deben estar disponibles para auscultarse públicamente.

En el caso dominicano, desde su origen como Estado, el acceso a posiciones en el Estado ha sido entendido como oportunidad para enriquecerse mediante el uso de los bienes públicos. Desde presidentes, congresistas, militares y funcionarios judiciales, hasta los empleados de menor rango, el pillaje sobre los fondos públicos ha sido una costumbre. Las excepciones han sido pocas, es ejemplar el gobierno de Juan Bosch en cuanto honradez, y el golpe de Estado en su contra se debió en gran medida al deseo de volver a robar los fondos públicos, tanto de militares, como de civiles. Fue más una acción para retornar al latrocinio, que una reacción contra la libertad de que gozaban los partidos comunistas y el resto de la sociedad.

El tardío y escaso desarrollo del capitalismo en nuestra sociedad ha propiciado que la clase dominante sea una pequeña burguesía rapaz, nucleada en torno a partidos políticos que operan como bandas de asaltantes buscando robar los fondos públicos. La formalidad de leyes e instituciones no pasan de ser decorado de una mentira de Estado de Derecho. Ejemplos sobran de robos escandalosos a los fondos públicos que no llegan a los tribunales o si llegan se convierten en parodia, sin culpables, ni condenas. Pretender que esa situación se enfrenta con reclamos morales o purezas personales es ingenuo en términos políticos.

Hasta que la sociedad dominicana no esté organizada de manera esencial por una clase dominante burguesa, el servicio público será oportunidad para el enriquecimiento personal y no vocación de servicio a la sociedad.



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