Los roles se han invertido en la Serie del Caribe. México, la otrora “Cenicienta”, se ha convertido en el referente del clásico por sus tres títulos y un subcampeonato en los recientes 5 años (incluidas las dos finales del nuevo formato).
República Dominicana, “todopoderosa” con 19 títulos a cuesta desde 1970, sempiterna favorita inflada por tener “la mejor liga del Caribe”, en las dos últimas fue un participante de reparto que no pudo pasar las semifinales.
Entre la de 2014 y 2015 (que recién ganó Cuba), los equipos de RD registraron marca adversa de 4-6 y cayeron ante México en ambas semifinales. Pero no pudieron ganarle a Venezuela, que tiene un título en las recientes 24 versiones; ni a Puerto Rico, que no ha visto a “Linda” en las últimas 15.
Las razones por las que RD no pudo llevar equipos a la altura de su nombradía, son alto conocidas: las restricciones de las Grandes Ligas y la auto-restricción de jugadores de alto calibre.
La Serie de 2016, la próxima, corresponde montarla al país. La LiDom debería implementar una campaña de motivación con los jugadores de mayor cartel que participen en el premio invernal 2015-16.
Esto, para que el equipo que resulte ganador tenga a disposición, en su condición de anfitrión, un elenco digno del país que es el actual campeón del Clásico Mundial. Por igual, la LiDom habrá de poner en marcha los motores de la organización desde ya. Uno de los primeros pasos a dar, pensamos, es el nombramiento de un director de prensa de la Liga, ya que el pasado torneo transcurrió con ese cargo vacante, algo insólito, que en ciertos sectores fue interpretado como una afrenta a la clase periodística, en especial a la ACD.