¿Serán los mismos?

¿Serán los mismos?

¿Serán los mismos?

La sociología de la indignación ha puesto a muchos pensadores como Fukuyama, Harari y Ferguson a preguntarse cómo y por qué las híperconectadas clases medias de democracias relativamente prósperas, irritadas de ver sus vasos medio vacíos, prefieren arriesgar la aburrida estabilidad para aventurar con inciertos cambios políticos y sociales.

Aquí es fácil explicar que cualquier padre de familia de clase media se siente burlado ante la prosperidad que exhiben políticos sin mayores méritos que su angurria.

Hay muchas legítimas razones para la inconformidad, desde la rampante impunidad judicial de muchos flagrantes imputados hasta lo larguísimo del período que llevan abajo líderes oposicionistas.

Pero gran parte de la inconformidad que a cacerolazos pretende anunciar el fin del “comesolismo”, es fomentada por odiadores más empeñados en su anti-danilismo que entusiasmados por la alternativa.

Si Luis Abinader no deslinda y define claramente los límites éticos y morales de su entorno, el cambio que quiere parte de la población terminará siendo otra burla. Y como en época antigua el pueblo terminará cantaleteando “¡son los mismos!”.



José Báez Guerrero

Abogado, periodista y escritor dominicano.

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