“Ser negra en España”

“Ser negra en España”

“Ser negra en España”

Barcelona.-“Ser mujer negra es convivir con los prejuicios, con comentarios y miradas hirientes donde se entremezclan el patriarcado y el racismo en un solo cuerpo”. Dice Habtam Broenn Castiñeira, una trabajadora e integradora social, oriunda de Etiopía que alza los hombros para cerrar la pregunta ¿Acaso importa la vida de una mujer negra?

Hablar de la cotidianidad de una mujer negra en España no es tarea fácil, debido a que el relato solo recoge una parte del verdadero significado que implica serlo, y sobre todo vivirlo en primera persona. A lo largo de la historia se ha visto reflejado en diferente esferas públicas y privadas la influencia que tiene ser negra en esta sociedad peninsular, debido a que en el ámbito de la discriminación, el racismo, la xenofobia y los delitos de odio siguen siendo el eje central en la vida de las persones negras.

En su informe anual la Federación Sos Racismo alerta de que en el periodo 2017 – 2021, el número de denuncias ha pasado de 347 a 523 casos, lo que indica un empeoramiento de las condiciones de vida de las personas racializadas en el estado español.

La mujer no blanca ha estado por décadas sumergida en una imagen de exotización, fetichización e hipersexualidad, situación que la mantiene en la otredad, viviendo en un mundo paralelo; mundo que las obliga “a destacar en todos los espacios: (colegio, universidad, trabajo) por ser diferente y no poder pasar desapercibida, por lo cual vives esforzándote al máximo”, asegura Laia Muñoz Bover, funcionaria de la Generalitat de Catalunya.

Desde 1492 ha existido el racismo en España hasta los tiempos actuales. Las estructuras se mantienen en la calificación de personas de primera categoría (personas blancas o leídas como blancas) y personas de segunda categoría (personas negras, indígenas, asiáticas), afirma la psicóloga integrativa, Educadora sexual y Terapeuta de Conciencia Corporal Yania Concepción Vicente.

De su lado, Quinny Martínez Hernández, una mujer escritora, editora, creadora del proyecto para escritores emergentes racializados @plataformacero, asegura que ser una mujer negra no sólo en España, sino en todo occidente, es coexistir con el señalamiento constante que minimiza, hipersexualiza, cosifica e instrumentaliza en nombre de un no sé qué, que sólo entiende la hegemonía de los blancos creadores y dueños supremos de este sistema mundo que segrega a su antojo y semejanza. Ser mujer negra es hacer el triple de esfuerzo para pertenecer a un mundo que no cuenta contigo porque te considera inoperante e insuficiente.

Asegura que las mujeres negras se enfrenta a una doble discriminación, la cual se potencia cuando aparte de ser una mujer negra, es también una migrante.

“Nos interseccionan una cantidad de factores que marcan nuestro desempeño psicosocial. El acceso al trabajo que por defecto nos ubica en posiciones de subordinación (limpiar, cuidar, servir). No hay trabajo indigno; pero es injusto no poder desempeñarte en lo que has estudiado, porque irónicamente los dueños del conocimiento, no valoran tu formación profesional extranjera. No hay una única violencia en contra de la mujer».

Afirma que las mujeres negras están atravesadas por una flecha envenenada que se enquista producto de la carencia de herramientas para afrontar la realidad de esta situación. Racismo, misoginia y tokenismo, son solo las artistas de lo que supone ser vista de manera constante a través de los ojos del prejuicio.

Ante esta situación de racismo naturalizado que cada vez es consolidado por la sociedad, es importante, necesario y urgente levantar la mirada antirracista y activar herramientas que den respuestas efectivas a esta situación. “La educación es fundamental, así como la política crítica y la creación de leyes que sancionen los actos racistas, asegura Dai Sombra Aisha activista y creadora de formación y reflexión antirracista.

En cambio, Yania Concepción comenta que para mejora esta situación, primero se debe reconocer la memoria esclavista de España y contar la historia desde la no exaltación de la colonización.
“La historia está contada desde la mirada del esclavista y no desde la mirada del esclavizado y eso ya te da una idea desde dónde hemos visto a los cuerpos no blancos”, enfatiza Concepción.

De su lado, Quinny Martínez Hernández sostiene que es importante que convoquen a las mujeres negras a espacios de discusión en los que se escuche lo que se tiene que decir.

“No es nuevo. Son años de la ignominiosa conducta de un sistema mundo que mide nuestra valía a partir de patrones hegemónicos, que el mismo feminismo blanco avala al dejarnos por fuera. Soy clara con ese sentir. Mujeres somos muchas, pero no a todas se nos trata con decencia. Es incómodo para las feministas blancas cada vez que una mujer negra les planta cara. Ya no nos jode el: “negra hija de puta, vete a tu país”. Eso era antes. Ahora nos hemos organizado y desde la autogestión damos apoyo hermenéutico a las causas propias. No somos perfectas, ¿Quién lo es? Estamos luchando para poner con más frecuencia la autocrítica como herramienta de construcción individual y colectiva. Pero aquí estamos. Si no nos ven es porque no quieren”.

“Nosotras las mujeres negras no sabemos a qué huele el limpiavidrios con el que limpian el techo de cristal las mujeres blancas. Porque como dijo una hermana hace no mucho “las mujeres racializadas estamos en un sótano oscuro”. De allí nos está costando salir porque no nos dejan, y cuando una de nosotras alcanza ascender, la cargamos con la cruz de ser referente. ¡Sí! Es muy jodido ser la que llega. No lo digo por mí, lo digo por las hermanas que están allí afuera intentando mantener el tipo. En el fondo creo que está sociedad nos tiene miedo. Nos sé si creen que vamos a tomar la revancha de visas que duelen tanto y que no merece sufrir ninguna mujer. También te digo que hay personas que ponen sus privilegios al servicio de una igualdad cierta. Es jodido ser señalada por los supuestos que genera nuestro hermoso color de piel”, replica Quinny Martínez, una mujer de origen colombiano de pelo afro, y palabras claras.

“Ser mujer negra es resistir y sobrevivir todo el tiempo”, Marielle Franco, activista de los derechos de las mujeres negras en Brasil, fue asesinada el 14 de marzo del 2018.