El periodismo de opinión, comprometido, auto-responsable, es como un editorial que debe escribirse con urgencia para consumirse fresco como una lechuga, para que tenga utilidad ante la necesidad que lo obliga.
No es un ejercicio fácil, menos cuando tantos incursionamos en él llenando espacios limitados, siendo obligatorio extractar temas e ideas, para lectores del diario mientras toman estos el primer café. Otros hay que piden más y a quienes solo podemos decirles mira esta opinión; cuando esta cabe. ¿Estás de acuerdo? tras este párrafo, veamos nuestro tema de hoy; Ser humanos.
La gran promesa de la creación, probablemente de distintos universos inter-relacionados y aún por descubrir, su máxima obra y la más refinada es la vida y dentro de su diversidad su estrella es el cerebro humano, en desarrollo, indescriptible en sus potencialidades, invalorables.
Un recurso propiedad personal, social y de la especie, que poseyéndolo ignoramos, infravalorándonos en un 98 %, dándole un bajo uso, sin aprecio, el que poco dista del que hacen de él las otras especies con los suyos, de las que tanto nos diferenciamos, gracias a los especialismos del nuestro, siendo una actitud inconsciente, la que afecta la valía de nuestras vidas, el respeto por las ajenas, nuestras relaciones, el futuro, nuestra dignidad y desarrollos, etc.
Este desuso al que nos hemos referido de nuestro más rico medio, con lo que desperdiciamos facultades, capacidades y potencialidades, que así atrofiamos, limitándonos al usarlas en la mayor parte de la especie solo en pastar vegetativamente en el planeta, compitiendo intestinamente por recursos limitados, ya concentrados y privatizados dentro del horno de las violencias que nacen de un sistema que ya desde el siglo XVI Hobbes criticaba porque creaba una “sociedad” movida por un impulso y principios individualistas compulsivos llena de deseos, miedos y necesidades que convertían en lobos a unos contra los otros hombres; (leer Leviatán – 1651).
Es la anterior una de las razones por las que hemos llegado a un crucial momento en el que coinciden letalmente, el crecimiento poblacional, con la escasez de medios, por la privatización mega-monopólica, en un mundo en el que cada medio necesario para desenvolvernos tiene que ser un generador de poder económico y de control social, para beneficiar a los más lobos, pero no más libres ni del sistema ni de sus violencias, significando todo lo anterior, el colapso, si no nos decidimos a reforzar el proceso revolucionario de nuestro tiempo, rebelándonos contra los extremismos actuales del sistema, intentando connaturalizarnos con modos y modelos de desarrollos nuevos opuestos al anciano régimen, que subsiste criminalmente, primero negándonos la identidad, alienándonos, descerebrándonos, deshumanizándonos, porque es el cerebro quien nos ha hecho y continuará haciéndonos más humanos.
Cuando más lo ejercitamos, más nos humanizamos. El neoliberalismo aplicando la eficiencia de la división social del trabajo a beneficio de su totalitarismo, quiere especializarnos como robots, como tuercas o sus tornillos dentro de su maquinaria para la labor del idiota o del esclavo moderno de su orden de explotación.
¡No!, necesitamos el trabajo humano que despierte nuestros cerebros y nos rescate reivindicando la dignidad, redirigiendo nuestras conductas desprovistas de humanismo, lo que nos degrada como especie, creyendo muchos que avanzamos y así sería, cuando los adelantos de la economía, de las ciencias, de las tecnologías avanzadas, de las exploraciones como las del telescopio Hubble, y reuniones manipuladas como las de organismos internacionales tales como la actual reunión de la Asamblea de la OEA.
en el país, no las estemos pagando como quienes amuelan cuchillos contra sus gargantas, para privatizar como mercancías los conocimientos acumulados en la historia de nuestra especie que son las que la hacen posible, y son herencias de todos.