Amor, pasión, felicidad… Palabras muchas veces utilizadas más para justificar que para sentir. En aras de ellas se hacen cosas que nada tienen que ver con su esencia, sino con otros sentimientos, como posesión, control y dependencia.
Pero tranquilos, no voy a hablar mal del amor en el día del amor. Quiero que analicemos juntos algo que para mí es más importante y que se está perdiendo en las relaciones humanas.
Ser agradable.
Sí, así de claro. No voy a hablar de educación básica, esa que se aprende en casa y que implica respeto. Me refiero a algo tan simple como tratar bien a quienes te rodean.
En una relación de pareja el amor es importante, pero para una sana convivencia lo es mucho más ser agradable el uno con el otro.
Hablar mal, pelear constantemente, pagar tus frustraciones con tu “amor”, porque él o ella sabe que tienes mucho estrés y todo lo perdona no es aceptable como normal. Eso es lo que hace que el cariño se resienta.
Hablar con respeto, no juzgar, no criticar y sobre todo no utilizar al otro como receptáculo de presiones. Así es que el amor evoluciona.
Y esto lo extrapolo a cualquier relación. No critiques a tus amigos porque alguien tiene que decirles la “verdad”. No hables a tus padres como si todo lo perdonaran, definitivamente no se lo merecen. Igualmente no trates a tus hijos como si no tuvieran derecho a opinar.
Cuando manejes no agredas, dirígete a tus compañeros de trabajo como personas, no como enemigos. A tus empleados no los veas como números o como alguien que solo sirve para un objetivo, son personas que merecen ser tratadas de igual a igual.
En fin, cuánto amor habría en el mundo si fuéramos más agradables entre nosotros.