Curtirse hasta lograr piel de cocodrilo, como se logra con el dilatado ejercicio político, puede que se asemeje a lo que los psicólogos llaman desensibilización sistemática.
En el caso de conflictos bélicos o luchas similares, puede que la insensibilidad ayude a tomar decisiones difíciles. Pero no ante tragedias humanas por causa de actos de la naturaleza, como las recientes torrenciales lluvias que causaron más de treinta muertes en el país.
Una muestra del contraste lo ofrece la diferencia de enfoques entre un curtido veterano con casi 30 años desde que fue presidente por vez primera, Leonel Fernández, y Raquel Arbaje de Abinader, al reaccionar ante un mismo evento. El expresidente y candidato fue a Santo Domingo Oeste, visitó una familia que perdió una hija y nietos, se hizo muchas fotos y salió a despotricar contra el Gobierno.
La primera dama fue al mismo hogar, entró sola sin camarógrafos, respetó el duelo de los deudos y tras su visita el Gobierno hizo un levantamiento casa por casa de los afectados, llevó enseres básicos, dio laptops a estudiantes que perdieron sus efectos escolares y reconoció a los héroes que salvaron varias vidas. Son sensibilidades muy distintas.