Senadores y diputados, ¿para qué?

Senadores y diputados, ¿para qué?

Senadores y diputados, ¿para qué?

Para la nación tener un desarrollo armónico y cuidar su soberanía, el plan de acción y la plataforma para alcanzar esos fines deben sustentarse en leyes juiciosas.

De ahí la necesidad del Congreso Nacional, con senadores y diputados elegidos por el pueblo, para que las elaboren.

Su misión es delicada. Consiste en legislar a favor del bien común, fiscalizar para preservar el patrimonio nacional y representar al pueblo.

El Congreso es el encargado de trazar las directrices legales que fortalezcan la democracia y protejan los derechos de la ciudadanía. Debe cuidar con celo la Constitución de la República.

Ella es “el tronco del árbol jurídico y las leyes son sus ramas”. Cada vez que se reforma, estamos moviendo la zapata de la nación.

No debe hacerse para atender casos particulares, sino a los intereses nacionales.
La tarea de legislar, fiscalizar y representar, que tienen los legisladores los convierte en la escolta jurídica de la nación. Deben concentrarse en ella a tiempo completo.

Es penoso que sean los primeros en infringir las leyes que establecen, al extremo de institucionalizar la forma de violentarla. Sin pudor se asignan presupuesto, barrilitos y cofrecitos, para “gestiones sociales” propias del Poder Ejecutivo, descuidando las del Legislativo.

Se supone que su meta es lograr una clara definición de la función de los tres poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial y fiscalizar su cumplimiento. Sin embargo, no solo asumen tareas del Poder Ejecutivo, sino que invaden el Poder Judicial, obligándolo a actuar con criterios selectivos.

¿Cuál es el mensaje? ¿Podemos prosperar pisoteando las leyes? Los legisladores usan su poder para actividades reñidas con su misión y poco transparentes.

Si algún ciudadano tiene la valentía de cuestionarlos, se unen para protegerse. ¡Pobre país! Las posibilidades de salir del subdesarrollo, se alejan.

Los congresistas son visualizados como politiqueros en campaña permanente, regalando cositas en sus comunidades. Se descuidan de hacer leyes efectivas para el desarrollo integral. Si les importara que la nación fuera soberana, las leyes para controlar inmigrantes haitianos ilegales, atacaran directamente las raíces del mal.

Sueño con verlos concentrado en su misión. Dedicados a bañar de legalidad funcional, las instituciones para que sean respetadas y a la vez, respeten. Pueden hacer una República Dominicana ejemplar.

Bastaría que se dedicaran a estudiar el sistema vigente, potencialidades, anhelos, para con leyes efectivas deslizarlo por el camino del progreso; que fiscalizaran las instituciones y sus funcionarios, para que no se aparten de ellas.

Deben comenzar poniendo las reglas en “su casa”, en el Congreso, erradicando el barrilito y todo lo que distraiga la atención de su misión. ¡Que nos llenen de orgullo!

Por supuesto, con este esquema, poco aspirarían a ocupar una curul, pues prefieren que sea un mercado de politiquería barata, clientelismo, para disfrutar de los diferentes pasteles. ¡Qué pena!



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