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Semiótica fuñona

El Estado, aparato político que pesa sobre todos —no importa si lo entendemos o no—, tiene entre nosotros a un titular ejecutivo a quien vimos el día 27 de febrero rindiendo cuentas de sus ejecutorias de un año y en la proyección del año en curso.

Las cuentas y las proyecciones son un mandato constitucional, pero una vez concluidos el Presidente acude a la Catedral Primada a oír un tedeum, lleva flores ante el Altar de la Patria y tras un lapso de horas desde la última de estas ceremonias, se va al malecón de la Capital a ver la demostración de la fuerza.

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El simbolismo es interesante. El Presidente rinde cuentas ante legisladores como si lo hiciera ante el pueblo dominicano (el soberano); el Estado dominicano no es ateo, es laico (no prohíbe la religión, pero no impone ninguna a pesar de la cruz en la bandera, la palabra Dios a la cabeza del lema y la Biblia abierta bajo una cruz, todo esto en el escudo colocado en el centro de la bandera.

¿Por qué va el primer funcionario del Estado a un oficio religioso en la Catedral? ¿Por el Concordato? Va porque en el fondo el Estado dominicano es un aparato político y religioso, si no por derecho, de hecho —como suelen ser entre nosotros todas las cosas—, y como la tradición mantiene a la Catedral Primada como el centro del poder religioso en el país (la fe en La Vega y en Higüey), el Presidente se va allí a reunir ambos poderes en un día como el 27 de febrero, celebración de la Independencia Nacional, para a continuación llevar flores ante las estatuas y los huesos de los padres fundadores y por último ver una demostración de los recursos que garantizan el territorio y el control del aparato político en caso de algún desafío mayor.

El 27 de febrero pasado hubo, sin embargo, cierto ruido: el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo metropolitano de Santo Domingo y por el hecho de tener su asiento en la Catedral depositario de un particular poder, no ofició ni estuvo en el tedeum a la 1:00 de la tarde del sábado, día 27 de febrero.

Encabezó, no obstante, una misa en la Catedral por el 50 aniversario de la ordenación sacerdotal del monseñor Rafael Bello Peguero, a las 5:00 de la tarde de ese mismo día.

¿Cuál es el simbolismo? ¿Se va López Rodrígue o se ha perdido la conexión entre las cabezas política y religiosa? Es conocido el rompimiento del presidente Danilo Medina con el sector conservador del espectro político, y como al Cardenal se le encasilla en esta corriente, acaso pueda ser esta una explicación.

El detalle de la ausencia en el tedeum y la posterior presencia en una misa es lo que el escribidor considera el indicio fuñón, simbolismo quebrado, señal del disgusto en los actos del 27 de febrero pasado.

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