Desde el Viernes de Dolores iniciamos el viacrucis de todos los años… y no precisamente el recorrido que realizó Jesús camino al calvario… pues, lejos de vivir la Pascua en recogimiento y comunión, estos siete días son tomados, por la mayoría, para la diversión.
Este es el tiempo litúrgico en el cual celebramos el paso de Jesucristo de la muerte a la vida, pero no podemos vivir esta etapa “mirando hacia fuera”… asumir estos días con recogimiento se hace necesario para contrarrestar las cifras de pérdidas y problemas causados por otros y nosotros mismos.
Debemos recordar que celebrar la Pascua implica renovar el compromiso -como hombres nuevos- de vivir de manera más solidaria, conforme al mensaje esperanzador de Jesús ante tantas necesidades, dolor y desorientación, en especial, de aquellos que menos tienen y más sufren.
Lamentablemente, la mayoría toma estos días para el paseo, abusando del alcohol y la comida, colocándose en situaciones vulnerables que muchas veces no tienen un final feliz.
Muertes, heridos e intoxicaciones por alcohol y alimentos son los finales de cuentos que vivimos para estos días, resultado de la ausencia de la palabra moderación del diccionario de muchas personas.
La sociedad actual nos invita constantemente a olvidarnos de los demás y centrarnos solo en nosotros mismos. Jesús nos alienta y anima a vivir la Pascua.
En estos días hagamos el firme propósito de hacer un alto y aprovechar el tiempo que nos regalan para iniciar o mantener una relación más estrecha con nuestro Dios, lo cual redundará en una mejor relación con nosotros mismos y los demás.
Dejemos de pensar solo en nosotros y centremos nuestra mirada en los demás y las enseñanzas de Jesús.