Nadie pone en duda de que la República Dominicana encabeza el liderazgo entre los destinos turísticos más atractivos de la región de Centroamérica y el Caribe, sirviendo de catalizador para el dinamismo económico y la estabilidad macroeconómica del país.
La economía dominicana, en la práctica, antes de la pandemia, era una de las de mayor crecimiento en la Región. Entre 2015 y 2019 creció a un ritmo medio anual del 6,1 %, mientras que el promedio de América Latina se situaba en el 3,1 %.
La media del índice de crecimiento anual del Producto Interior Bruto (PIB) resultó ser superior al 5 % durante más de 25 años, con algunos déficits fiscales procíclicos modestos.
En 2019 llegó la pandemia del Covid-19, que produjo un impacto negativo con un declive de -6,7 % del PIB, mientras que el déficit fiscal crecía hasta el 7,7 %, marcadamente por encima del 2,2 % previsto para ese año. Aun así, y a pesar de la conmoción global, la República Dominicana demostró un comportamiento notable durante la pandemia.
A partir de 2021, la economía se ha recuperado. Ese año alcanzó un nivel de crecimiento económico similar al de antes de la pandemia, siendo el sector turístico el responsable de aproximadamente el 38 % de esta recuperación.
Este aporte ha podido ser mayor si se hubiese puesto en marcha una promoción turística más estratégica a cargo del Ministerio de Turismo, ante la limitada participación del sector privado.
Desde el ámbito gubernamental se ha observado a una dependencia oficial poco creativa y con tendencia a la megalomanía. Dentro de sus acciones han destacado costosos actos mediáticos relativos a reiterados anuncios del aumento en la llegada de turistas extranjeros. Incluso se ha llegado al extremo de contratar publicidad que ha conllevado la interrupción de emisiones de telediarios dominicanos de principalía para dar paso a los actos del Ministerio de Turismo.
En un mundo hiperconectado, resulta cada día más compleja la persuasión de los públicos a través de técnicas comunicacionales engañosas, porque la gente está mejor informada de lo que imaginamos. Se trata de la época de la inteligencia artificial, en la que las máquinas producen gran cúmulo de información simulando la mente humana.
Actualmente la creatividad es vital en el propósito de persuadir y convencer a los públicos respecto a la necesidad de consumo de un producto o servicio determinado.
Al margen de los tradicionales atractivos de la República Dominicana para el turismo, como el agradable clima todo el año, hermosas playas, la seguridad en los polos turísticos y la amabilidad de la gente; también hay que contar con otros anclajes para promoverlo en el mundo. Por ejemplo, ahí están nuestras selecciones de voleibol femenino y de baloncesto masculina, que ocupan lugares preferenciales en los rankings mundiales.
Las Reinas del Caribe, marca que identifica al equipo nacional de voleibol femenino, se ubica en la décima posición; en tanto que la de baloncesto se ubica en el mismo lugar del power ranking del Campeonato Mundial que se celebra en tres naciones asiáticas. Realmente se trata de dos marcas que brillan con luz propia al nivel global.
Algunos atletas son marcas en sí mismos, tal es el caso de Karl Anthony Towns Cruz, jugador de baloncesto que pertenece a la plantilla de los Minnesota Timberwolves de la NBA. Este ícono deportivo integra la delegación de la denominada “selección del pueblo”, que compite invicta en la Copa Mundial de Baloncesto.
Ninguna de estas selecciones forma parte de la estrategia de promoción del turismo dominicano, lo que refleja una evidente miopía de las autoridades de ese sector.