La seguridad económica está de moda. En Corea está en el centro de la política exterior. En los EE. UU. está detrás de la recuperación del empleo industrial. En Japón tiene rango ministerial.
¿Cómo abordar el tema desde el punto de vista de los intereses dominicanos?
La seguridad económica requiere recursos.
Algunos ya están disponibles localmente: agua todavía abundante, tierra todavía fértil, costas todavía a salvo del cambio climático, minerales altamente cotizados que se extraen y otros que, siendo críticos para otros países (bauxita, tierras raras…), hay que extraer, industrializar y exportar.
Otros recursos conllevan un alto costo en divisas, como el carbón, el gas natural y el petróleo. Corea y Japón los importan en base a contratos de largo plazo, asegurando precios estables y oferta suficiente.
Otros son aún más estratégicos y requieren atención especial.
La mano de obra y el capital humano demandan una educación de calidad que garantice habilidades imprescindibles para captar inversiones en sectores estratégicos como la electrónica y los biofarmacéuticos, cuyas cadenas de suministro se descentralizan por el mundo en respuesta a las perturbaciones provocadas por el Covid-19.
Demandan además un sistema de salud con cobertura universal y con servicios preventivos, ambulatorios y de emergencia capaces de garantizar una vida sana.
Demandan, por último, una remuneración acorde con la creciente productividad observada desde los 90, a pesar del estancamiento de los salarios reales que tanto la OIT como el FMI consideran preocupante.
El capital financiero, por otra parte, motoriza el avance de los sectores más dinámicos, generando divisas y asegurando niveles de inversiones que mantienen elevadas las tasas de crecimiento dominicano. A los agricultores, mipymes y emprendedores debiera llegarle aún más abundantemente, localizados como están en las zonas todavía pobres del país.
La innovación registra niveles similares a los latinoamericanos, los cuales son a su vez muy inferiores a los del Asia, Europa o los EE. UU., justo cuando la cuarta revolución industrial robotiza la industria y automatiza los servicios.
La seguridad económica requiere alimentos. La RD es autosuficiente en su canasta básica y cuenta con suministros asequibles para los demás productos importados. Lamentablemente persiste malnutrición a nivel neonatal.
La seguridad económica presume la interconexión dentro y entre países, mediante redes de información cada vez más rápidas y redes multimodales de transporte cada vez más diversas y frecuentes que garanticen flujos de bienes, servicios y turistas, sobre todo en un país insular.
La seguridad económica no es posible sin estabilidad macroeconómica, garantizada por un banco central reconocido internacionalmente por su eficaz política monetaria.
La seguridad económica de la RD descansa así en un conjunto de políticas públicas cuya efectividad es casi completa.
Garantizarla totalmente demanda acciones urgentes para prevenir los efectos del cambio climático en zonas en riesgo, extraer e industrializar minerales críticos, nutrir adecuadamente a la niñez, capacitar y remunerar mejor al personal, financiar mejor a agricultores, emprendedores y mipymes, potenciar la innovación, asegurar suministros asequibles y suficientes de combustibles y alcanzar la autosuficiencia en la transición de los combustibles convencionales a los renovables.
Sólo así será la RD resiliente frente a futuros choques y tensiones sociales.