Por nuestra tradición asistencialista, el presidente y demás funcionarios son permanentemente llamados a resolver todos nuestros problemas. No importa que no estén dentro de sus atribuciones y obligaciones.
A veces tenemos la visión cavernícola de la intervención asistencial-paternalista, que ve a las personas como objeto de caridad. Pero, nos promovemos como desarrollistas, considerando a las personas como sujetos de su desarrollo. El problema radica en que las vemos y atendemos individualmente, perdiendo de vista su dimensión social.
El Ministerio de Interior y Policía y el gobierno actual vienen trabajando en la implementación de las políticas de seguridad ciudadana, para lo cual cuentan con técnicos nacionales y extranjeros y han entendido la necesidad de integrar en estos esfuerzos a instituciones populares, líderes comunitarios y los preocupados y conscientes del aporte que debemos hacer para la formulación e implementación de las políticas de seguridad ciudadana.
Nos habíamos acostumbrado a la rutina de cifras insuficientes, de formas rudimentarias de prevenir y de enfrentar la delincuencia, lo que había contado, con la participación de parte de agentes de la Policía Nacional (P. N.) y algunas de sus cúpulas. Ha habido esfuerzos anteriores, pero sin muchos resultados.
Este gobierno da pasos importantes para poder impulsar el Plan Estratégico Institucional 2021-2024 en materia de seguridad ciudadana. Limpiar, mejorar, fortalecer la P. N. y que esta gane credibilidad no es tarea fácil. Sabemos por qué: resistencias internas y externas de los beneficiarios del crimen.
Los planes en implementación, el Comisionado para la Reforma de la P. N. y la decisión de integrar mesas de Seguridad, Ciudadanía y Género en muchos municipios del país, contribuyen a la identificación de las demandas y necesidades propias de cada pueblo. Así y solo así es posible obtener y asumir un compromiso compartido de la ciudadanía.
Se trabaja en la formación de los agentes policiales, se mejora su calidad de vida; se depuran. Se trabaja en la transformación policial, en su metodología de trabajo, en su tecnificación y en el fortalecimiento de los controles internos de la institución del orden.
La seguridad ciudadana no es dádiva del gobierno, es un derecho a vivir en paz y desarrollar nuestras legítimas actividades en sosiego. El que nos integremos en la elaboración, adopción y aplicación de las políticas de seguridad ciudadana, inspiradas en nuevos modelos y enfoques, hará posible que vivamos en un país más seguro.