La Fuerza del Pueblo, partidito de bolsillo de origen cuestionado, quiere alzarse con la segunda mayoría del Senado, para ir al Consejo de la Magistratura. La pretensión es risible, dada su ínfima votación.
Pero implicaría, además, más acceso a fondos públicos. Varios legisladores del PLD, que nunca habrían sido electos por otro partido, han traicionado a sus electores, sus mandantes, ejerciendo el peor oportunismo, tránsfuga hacia la FUPU.
Su líder, dizque en serio, alega reunir un coro de impolutos monaguillos, mientras el partido de Bosch es una corrupta corporación de negociantes de Estado. Brincar acullá absuelve.
No importa que los contratos con Odebrecht, excepto uno, fueron firmados por gobiernos anteriores al de Danilo Medina. Si el presidente Abinader y el PRM consienten este malabarismo partidista para afrentar o disminuir al PLD, estarán alimentando una fiera que en pocos meses les hará llorar lágrimas de sangre.
¿Pandemia y crisis fiscal no bastan? Los imprescindibles pactos y consensos para la gobernabilidad merecen fundarse en auténticas mayorías legítimas, no tránsfugas buscando reciclarse con impunidad.
