CHICAGO.-La sórdida historia del violador y secuestrador de Cleveland Ariel Castro dio otro giro espeluznante el jueves, cuando los investigadores dijeron que su muerte podría haber sido causada por «asfixia autoerótica».
Castro, de 53 años, fue hallado muerto en su celda a principios de septiembre, un mes después de haber sido condenado a cadena perpetua, con una pena de 1.000 años de prisión, por mantener a tres mujeres en cautiverio y tratarlas como esclavas sexuales durante una década.
Su muerte supuso un final abrupto a un macabro caso que conmocionó a Estados Unidos y el mundo al conocerse revelaciones de la depravación y brutalidad que tenía lugar en una casa común y corriente de Cleveland (Ohio, norte).
Los detalles de su muerte, considerada en primera instancia un suicidio, salieron a luz en un informe con los resultados de una investigación interna de la cárcel del estado de Ohio, donde estaba recluido.
Castro fue encontrado colgando de una bisagra de la ventana de su celda, con una sábana alrededor de su cuello y los pantalones y ropa interior bajos hasta los tobillos.
«La relevancia de este hallazgo no está clara», concluyó el informe, agregando que los detalles fueron «transmitidos a la Ohio State Highway Patrol para que se considere la posibilidad de asfixia autoerótica».
Esta peligrosa práctica consiste en cortar intencionalmente la llegada de oxígeno al cerebro como medio de excitación sexual. Castro no dejó ninguna nota ni dio indicios de tendencias suicidas, señaló el informe, y agregó que no había otra evidencia en el lugar que permitiera concluir una «motivación para una muerte autoinfligida».
La investigación también encontró que los guardias de la prisión no pudieron vigilar a Castro cada 30 minutos -como era requerido por sus circunstancias especiales- y falsificaron sus registros.
Sin embargo, las cámaras de video de vigilancia mostraron que los guardias realizaron la verificación requerida a las 20H45 y otra a las 21H15 del martes 3 de septiembre, cuando Castro fue encontrado ahorcado en su celda. 42 kilos de cadenas
Los crímenes de Castro -cometidos cuando retuvo a las mujeres contra su voluntad en la denominada «casa de los horrores»- motivó muestras de compasión hacia las tres víctimas, Amanda Berry, ahora de 27 años, Gina DeJesus, de 23, y Michelle Knight, de 32.
Las mujeres fueron secuestradas por Castro por separado entre 2002 y 2004 cuando tenían 14, 16 y 20 años y mantenidas cautivas en un barrio obrero de Cleveland.
Sus tres víctimas escaparon el 6 de mayo, cuando Berry consiguió abrir a la fuerza parte de la puerta principal y llamar a un vecino para pedir ayuda. La joven salió de la casa con una pequeña hija, engendrada por Castro durante su cautiverio. Más de 42 kilos de cadenas fueron halladas en la sucia y oscura casa donde las mujeres fueron encerradas en habitaciones con las ventanas tapiadas.
La casa fue demolida unos días después de la condena a Castro.
«Yo no soy un monstruo»
Castro se declaró culpable el 1 de agosto después de que los fiscales acordaron no pedir la pena de muerte. En un emocional testimonio, Michelle Knight dijo ante el tribunal que la muerte habría sido «mucho más fácil» para su torturador.
«Pasé 11 años en el infierno, y ahora tu infierno apenas comienza», dijo Knight a Castro.
En una laberíntica disculpa a sus víctimas -sólo Knight estuvo presente en la sala del tribunal- Castro afirmó que había actuado por impulso a consecuencia de su adicción sexual. «Yo no soy un monstruo. Estoy enfermo», dijo entonces, vestido con un traje naranja de preso.
A pesar de haberse declarado culpable de 977 cargos relacionados con el brutal suplicio de sus víctimas -que incluyó la interrupción de embarazos de Knight por hambre y golpes- Castro insistió en que no era un hombre violento y que «había armonía en esa casa».