De todas las infamias que la lucha política motiva, he visto pocas tan inmerecidas y malévolas como comparar al presidente Medina y su gobierno con Trujillo.
Sólo gente mayor recuerda aquello, un país donde vida, honra, patrimonio y prestigio eran juguetes en manos del sátrapa.
Las imperfectas libertades que hoy ejercemos, de palabra, prensa, empresa, tránsito, asociación, eran apenas una imposible quimera cuando Trujillo.
El enfermizo afán por atribuir a Medina alguna similitud con Trujillo lo promueven defensores del retorno de Leonel Fernández, que aventaja a Danilo por mucho en años de gobierno. Medina sería un trujillito, dicen, si modifica la Constitución para intentar ser reelegido.
La absurda, ilógica, falaz y tremebunda comparación quizás revela más que nada muchos terribles temores leonelistas.
En psicología, la proyección es un mecanismo de defensa del ego ante atributos inconscientes mediante la negación a reconocerlos como propios mientras se atribuyen a otros.
Tanta ferocidad atacando al presidente obliga a pensar cómo lo tratarían si deja el poder. Dañan, mas que ayudar, a Leonel.
