La escalada de precios que se inició a finales del 2021 provoco un cambio de postura por parte de los bancos centrales. Varias fueron las causas de la inflación, a saber: grandes estímulos que otorgaron los gobiernos a las familias para mantener los niveles de demanda a flote, incrementos en el costo de los fletes y transportes, incrementos en los precios mundiales de la energía y materias primas tras la guerra de Rusia-Ucrania, y la ruptura en las cadenas de suministros.

Al Igual que en otros países, nuestro Banco Central pasó de una política monetaria acomodaticia, que indujo a tasas de interés bajas, a una restrictiva, la cual provocó incrementos en las tasas de interés.

Desde el mes de noviembre de 2021 hasta la fecha, el Banco Central incrementó su tasa de política monetaria en 550 puntos básicos (5.50 puntos porcentuales) dejándola en 8.5 % actualmente.

Esto provocó que las tasas de interés (promedio ponderado), tanto activa como pasiva, se elevaran a los niveles de 15.68 % y 9.58 % respectivamente.

En el caso de la tasa de interés activa, es decir aquella que se cobra por los préstamos para consumo e inversión, sus incrementos han sido de 6.11 puntos porcentuales si lo comparamos con la tasa de interés promedio ponderada (9.57 %) en el 2021.

A pesar de que con esas medidas monetarias, combinadas con el congelamiento de los precios de los combustibles, los niveles de inflación anualizada iniciaron una tendencia hacia la baja en los últimos meses, ubicándola en el mes de febrero de 2023 en 6.38 %.

No obstante, estas medidas han provocado cierta destrucción de demanda (menos consumo e inversión privada). Al encarecerse el crédito por los efectos del alza en las tasas de interés, estas han ralentizado el consumo y la inversión privada, y por consecuencia han provocado un menor crecimiento económico.

Los últimos datos del Banco Central indican que el crecimiento del mes de enero del 2023 fue apenas de 0.4 %, dato preocupante, y más cuando la economía creció 6.3 % en el mes enero de 2022.