En un mundo con tan escandalosas diferencias, en que “en enero de 2015 Oxfam señalaba que el 1% de la población mundial acaparaba casi el mismo porcentaje de la riqueza mundial total que tenía el 99 % del resto de la población” (Carlos J. Báez Evertsz, “Desigualdad y clases sociales”, 2016); en un país como el nuestro, donde predomina un ‘apartheid’ social en que un 72 % de la población se encuentra en condiciones de vulnerabilidad (Informe del PNUD, 2014) y donde prevalecen salarios generalmente ridículos, uno se pregunta, ¿se puede ser honesto callando?
En un país en que una importante proporción de desalmados, en un pésimo ejercicio de la política, se ha hecho multimillonario a costa de afectar las condiciones y calidad de nuestra educación, a costa de afectar las condiciones y la calidad de los imprescindibles servicios médicos y hospitalarios, no se puede ser serio y callar.
La pregunta que es título de esta entrega hay que hacérsela en un país en que el abuso y la arbitrariedad han encontrado una de sus vías en una masculinidad equivocada responsable de variadas formas de violencia contra la mujer, responsable de que en nuestra sociedad exista un alto porcentaje de madres solteras y un 40 % de mujeres jefas de hogar, culpable de la cantidad de hogares sin la presencia del progenitor masculino y de la significativa porción de niños no declarados por los papás en nuestro país.
No se puede ser honesto y callar la desprotección de las familias pobres, ni la de los infantes y menores que nuestra Constitución tanto proclama asegurar.
No pueden callar los conocedores de las realidades arriba expuestas y mucho menos los intelectuales, que por su nivel formativo y de informaciones son los menos llamados a callar.
enosamente, hay una significativa cantidad de intelectuales que trafican con su pluma o se enmudecen porque dependen o pueden depender de decisiones estatales o empresariales. Ante el desorden y la deficiencia institucional ¡cómo callar! Cómo callar ante la indignidad de nuestros funcionarios judiciales y legislativos.
Cómo hacer silencio frente a lo que pasa en la UASD, institución que se resquebraja y donde nos alejamos aceleradamente de los bellos y justos ideales del Movimiento Renovador, ante la mirada inconsecuente, vacilante de autoridades y de directivos estudiantiles, profesorales y de empleados.
Nuestra sociedad y el mundo no pueden seguir el rumbo que llevan. Quien se precie de serio y honesto tiene que hablar y actuar.