Hugo López Morrobel
En la medida que la civilización avanza, al parecer, cada día son menos los que admiten creer en la suerte. Los incrédulos sostienen que la suerte no existe, y que quienes avanzan en sus respectivos campos de acción es producto de su capacidad intelectual.
Son muchas las definiciones que los creyentes le dan, siendo la más socorrida la que pregona que es el resultado positivo de un suceso poco probable, como el juego de azar, mientras otros la ligan estrechamente a supersticiones.
En sociedades como la nuestra, donde a la suerte le llaman “chepa y al peso tolete”, hay que colegir que hay razones para pensar que los creyentes en la suerte son la inmensa mayoría.
La creencia ciega en eso ha sido vinculada a la falta de escolaridad, es decir, que mientras menos nivel educativo mayor es el culto de los creyentes.
No creo que haya un estudio serio en tal sentido, y los cálculos se hacen sobre la base del número de loterías, casinos y apuestas en cualquier rincón, todos buscando salir del marasmo económico en que vive la mayoría.
¿Se podría decir que Alex Rodríguez es un hombre de suerte? Bueno, después de pasar por el trauma de admitir que consumió esteroides, por lo cual fue prácticamente excluido del béisbol, en la actualidad es comentaristas de dos de las principales cadenas de televisión, algo nunca visto, y ayer los Yanquis, equipo que en un momento le dio la espalda y lo humilló, lo contrató como uno de sus asesores especiales.
Entonces, ¿se puede creer que existe la suerte?
