Elías Brache
Parecería que hay un grupo de personas que no han entendido el apoyo que muchos dominicanos hemos dado a todos aquellos que serán afectados por la irresponsable sentencia sobre la nacionalidad, evacuada por el Tribunal Constitucional.
Ese apoyo debe ser entendido sobre la base del respeto a los derechos humanos de los afectados, incluyendo aquellos que no sean de origen haitiano, quienes sin dudas, son los más afectados.
Ningún dominicano, salvo sea un traidor, estaría extendiendo esas simpatías a los linderos de la soberanía nacional, que son “otros quinientos”.
Independientemente de lo expresado en nuestra columna de hace un par de semanas, titulada “El pecado”, creo escribir por muchos, cuando digo que lo que resulta inaceptable es que de golpe y porrazo se retrotraiga a casi 100 años el alcance de una sentencia sencillamente increíble.
Es como una salida por la vía expedita, borrando todas las circunstancias, acciones y omisiones de ese lapso. La verdad, así si es fácil.
Ahora bien, es importante que sepan los grupos que propugnan porque la República Dominicana se eche al hombro el problema haitiano, que una cosa es con guitarra y otra, con violín.
Tomar una actividad solemne para vociferar “Todos somos Haití” no ayuda en nada a cohesionar a los que nos identificamos con la abusiva situación creada con la sentencia de marras.
De por sí, le puso en bandeja de plata el escenario a gente que quiere mezclar gimnasia con magnesia.
Por cierto, sirvió también para que conociéramos un poco más de Zoila Martínez, la Defensora del Pueblo cuya misión principal, la esencia misma de su cargo, es la defensa de los derechos humanos…
Nada sorprende en la tierra del absurdo.
Admirable en todo este desagradable momento, la solemnidad y el temple que mostró su excelencia, un silencio elocuente utilizando la inteligencia, revestida de algo que brillaba por su ausencia, clase.
Oportuno es sugerirle al grupo de damas, que para la próxima “voceadera” elijan un mejor slogan y utilicen un escenario que no sea el de un presidente que ha tenido la delicadeza de reunirse con las partes que se sienten afectadas y que sólo ha gobernado por poco más de un año.
Creo que hay otro por ahí, que ya ha gobernado 12 años, que no regularizó sino que empeoró el tema migratorio, que quiere gobernar de nuevo, que ha dado su apoyo a la sentencia, y que conceptualiza en domicilio conocido, en una “fundación”.
Así no, señoras. Se pasaron de contento.
