Llegó la noche más esperada del año, Santo Domingo estaba mojado, con un gran tapón y totalmente emocionado, pues tendría el privilegio de despedir un artista cuya trayectoria ha sido ejemplo de perseverancia, disciplina y humildad, durante 32 años estuvo sobre los escenarios del mundo y hasta los extraterrestres entonan sus canciones; se trata de Ramón Luis Ayala Rodríguez, mejor conocido como Daddy Yankee “The Boss”, un cantante puertorriqueño que ha puesto a todos a bailar al ritmo del reggaetón.
Eran las 6:00 p.m. y seguía lloviendo, mis amigas y yo estábamos inquietas porque no sabíamos qué pasaría con el concierto, yo no quería ir, no estaba en mis planes mojarme el cabello, pero escampó y finalmente nos fuimos.
Cuando llegamos, notamos que el lugar donde sería la presentación estaba muy mojado y de nuevo empezó a llover, todos corrían buscando donde refugiarse, excepto yo, permanecí serena en mi silla mientras me bebía un vaso de cerveza, subí los pies sobre otro asiento y miraba hacia la tarima, total, ya el golpe estaba dado.
Desde las nueve de la noche estábamos inquietos en un juego de expectativas, hasta que llegó el hombre…La gente gritaba eufóricamente, en las gradas había un coro tan bacano que me daban ganas de abandonar mi silla VIP e irme a darme un baño de pueblo y por fin empezó el show, Daddy Yankee estaba dando lo mejor de él, había una escenografía muy bonita y el ambiente era muy chulo. Confieso que estaba un poco sensible, casi lloro por la despedida, porque todos coreaban el nombre de este artista, ¡qué grande es el boss!
En medio de la algarabía, hubo un momento donde el tiempo se detuvo y observé la multitud y pensé en lo bien que debe sentirse que tantas personas paguen por ver tu show y te tengan un cariño tan genuino, mi mente explotó al analizar esto, ¿cómo un artista puede generar tantas emociones en alguien?
Yo me gocé mi concierto, llegué con una disfonía terrible a mi casa y mis amigas se pasaron la noche bailando. No hubo desperdicio; cantamos, bailamos, lloramos y me llené de orgullo al ver a Omega y el Alfa cuando subieron a cantar a tarima, ¡se la comieron!
Y hoy me he puesto a reflexionar, y he llegado a la conclusión de que ojalá los demás artistas imiten la carrera de Daddy Yankee, él empezó su trayectoria a la tierna edad de trece años y nunca sonó con escándalos innecesarios, su carta de presentación siempre ha sido su talento, el público lo ama por su humildad, además, se retiró muy joven porque tiene sus pies sobre la tierra y ha sabido aprovechar las bondades de la vida.
Boss, la República Dominicana es tu segunda casa, ¡gracias por tanto! ese concierto estuvo genial, no tienes idea de las emociones que tu público experimentó. Espero que Dios te siga guiando por el buen camino, y sí, yo también deseo encontrarme contigo en una de las calles de mi país e invitarte a comer un mangú con los tres golpes.
¡Un fuerte abrazo, muchas bendiciones y que la dicha te acompañe en esta nueva etapa de tu vida!