¡Se cayó el altar!

¡Se cayó el altar!

¡Se cayó el altar!

En los últimos días dos acontecimientos me causaron una gran impresión: el asalto que le hicieron al ex ministro de Obras Públicas, Ing. Víctor Díaz Rúa,  y a su esposa, en la entrada de un restaurante;  y el robo a una jueza  de Higüey que había liberado a unos jóvenes por falta de pruebas, sin imaginar que ellos se convertirían en sus atracadores.

Sorprendentemente, las publicaciones de esas noticias llenaron de alegría  y de júbilo a muchos internautas de las redes sociales.  En el caso de la jueza leí frases como éstas: “está muy bueno”, “quien la manda”, “para que piense antes de actuar”, entre otras.

Y los comentarios sobre  Díaz Rúa fueron muy jocosos y drásticos, pues los que escribían usaron ese hecho para pasar el juicio que la justicia dominicana se ha negado a hacer.

La gran mayoría decía: “ladrón que le roba a ladrón tiene cien años de perdón”, “karma”,  “ese ladrón lo que hizo fue un cobro compulsivo”, “ese ladrón hizo un reembolso”, etc. Algunos, incluso, llegaron al colmo de escribir que los ladrones   tenían  que darle su pase al más allá, para salir de un ladrón más.

No soy juez para determinar si son justas o no esas afirmaciones, pero expresan en el fondo la inconformidad de la ciudadanía con un orden social y legal que favorece al delincuente.

Aunque nunca es bueno alegrarse del mal de otros, en ocasiones es provechoso que los males que afectan a la sociedad también toquen las puertas  de  los más poderosos, porque así ellos pueden comprobar que la desgracia que a diario denuncian los sectores más desfavorecidos no son meras  percepciones sino duras realidades, que las autoridades no enfrentan para cortarlas de raíz.

En los últimos meses,  los casos de atracos, robos y asesinatos han aumentado de manera alarmante, evidenciando la gravedad de la descomposición social, ya que antes no sucedían estos casos de violencia tan seguidos y perfectamente realizados, como sacados de una película  parecida a la ciudad gótica del famoso personaje de ficción llamado Batman. La desgracia nuestra es que en esta realidad penosa no hay ningún héroe que nos defienda, como ha comentado un joven en las redes sociales.

Yo siempre he pensado que el pueblo dominicano está como la arepa: lo están quemando por arriba (los funcionarios corruptos, robándole y desatendiendo sus necesidades) y quemándolo por abajo (los ladroncitos de patio que no le permiten vivir en paz).

Yo creo que ya esto debe parar.  En vez de estar amasando riqueza con el dinero público, los jefes del país deben diseñar políticas públicas que fomenten más la educación y el trabajo y que, al mismo tiempo, desestimulen el consumismo. Insisto en que una parte del problema se origina en el mal ejemplo de los que dirigen.

Mientras llega la solución, espero los atracos a los poderosos no se convierta en moda, como está ocurriendo en los barrios pobres. Ojalá que todos y todas, ricos y pobres, podamos volver a transitar por las calles del país sin el sobresalto de sentirnos acechados por la delincuencia. Ya son muchas las victimas… ¡Es hora de una respuesta más seria!

Isauris_almanzar@hotmail.com



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