“Sé cuidadoso con la forma en que te hablas a ti mismo porque te estás escuchando”. Me gustó encontrar esta oración de Lisa M. Hayes, porque es algo en lo que creo. Continuamente les digo a los participantes de mis clases que cada mañana al levantarse hagan su propio ritual para regalarse un buen día.
A veces no resulta fácil salir de la cama, pero si tenemos una rutina aprendida será menos difícil. Cada día debes tener un momento para ti. Al menos diez minutos en los que te dedicas una atención particular.
Ya sea cuando despiertas, al entrar al baño, mientras te vistes, cuando tomas el café, no importa en qué momento sea, pero saca esos minutos para identificar y reconocer tus tesoros.
No veas en el espejo que las arrugas están apareciendo, que las canas se dejan sentir, que estás sobrepeso.
Mira la experiencia que has alcanzado con el paso de los años, las pasiones que han fluido por tu piel un poco cansada.
Busca la belleza que hay en ti. Reconoce la fuerza que te ha mantenido en pie todo este tiempo, los sueños que te hacen querer más.
Llénate de esa energía vigorosa y refuerza tu poder interno para seguir en tu camino hacia eso que anhelas alcanzar.
Recuerda, no importa lo que otros digan de ti; importa lo que tú sabes de ti mismo. No te dejes convencer de lo que otros dicen. Mantente firme en el amor a ti mismo y habla con generosidad sobre tu persona.
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