Saturno devorando a sus hijos es una de las pinturas más conocidas de Francisco de Goya, que alude a Cronos, el dios griego del tiempo o Saturno para los romanos, quien al casarse con su hermana Rea devoraba a sus hijos ante la premonición de que uno de ellos le quitaría el poder.
La escena muestra un acto de canibalismo donde Saturno devora a uno de sus hijos. Esta historia fabulosa de tradición oral, nos permite realizar un símil con la historia de nuestra izquierda, en el cual el padre devora eternamente a sus hijos más destacados, para que como en la mitología griega, no le arrebaten el poder.
Tener hijos biológicos e ideológicos es la esencia de la vida y del ejercicio de la política; eso garantiza la supervivencia de la especie, devorarlos es sabotear la propia existencia y un camino que, ineludiblemente conducirá a la extinción, no solamente del devorado, sino también del devorador, pues no se alcanzará la continuidad histórica, al menos con la naturaleza o ideología política.
Confabularse, apandillarse e iniciar campañas sucias en contra de compañeros es el pan nuestro de cada día en las organizaciones de izquierda. Siempre ha sido una cuestión de mantener la supremacía; ese poder pequeño, lánguido, reducido y casi testimonial, pero poder al fin, en cuyo nombre se ha traicionado, ha corrido sangre y se han desarticulado grandes proyectos políticos.
Recuerdo un viejo dirigente de un partido de izquierda, que alrededor de 2010 valoraba las importantes condiciones de pureza y liderazgo de otro notable líder del mismo litoral ideológico; años después cuando luchaba con este por el control y el poder interno, hasta ladrón le llamó, pues para muchos la supremacía (aunque sea de una pequeña organización), justifica devorar a sus propios aliados, compañeros o a quién se coloque en medio.
Al parecer glorifican a Nicolás Maquiavelo, al concretar con hechos que la política no debe responder a la moral sino a las leyes del poder, y que en resumidas cuentas el fin justifica los medios. Esa es una de las razones, por la cual después de más de 60 años, en la izquierda dominicana seguimos repitiendo los mismos errores y prefiriendo devorar a nuestros mejores hijos.
Los errores no solo deben verse como fracasos; sino, sobre todo, a modo de enseñanza pedagógica que nos impulse a reiniciar nuestras tareas con el conocimiento y la experiencia del revés como plataforma de impulso. Marx decía: «La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa» (un cumplido a la frase original formulada por Hegel).
Finalmente, de nada sirvió a Cronos devorar a sus propios hijos, pues su sexto hijo, Zeus escondido por su madre, logró destronar a su padre y tras abrir su vientre liberó a sus hermanos logrando la victoria.