Sargazo en las playas. Sargazo en las turbinas. Sargazo en todo el mar Caribe.
Cada año hay más sargazo durante el período abril-septiembre que el año anterior.
Esto no debe sorprendernos. El sargazo en el Caribe es uno de los más visibles efectos del calentamiento global.
En su justamente famoso documental “Una verdad incómoda”, el exvicepresidente estadounidense Al Gore advertía hace ya más de dos décadas cómo la acidez del mar se incrementaría por el calentamiento global.
El calentamiento global ha elevado las temperaturas en 1°C, fruto de la emisión descontrolada de CO2.
Por si fuera poco, la desforestación reduce la capacidad de la naturaleza para utilizar ese gas contaminante en la fotosíntesis, ayudando a extraerlo de la atmósfera.
El crecimiento imparable del sargazo se ve, literalmente, fertilizado por la mayor acidez del océano. Esto así, porque el CO2 se disuelve en el agua, formando ácido carbónico.
Por si fuera poco, el uso excesivo de fertilizantes en África, Norteamérica y Sudamérica converge en el Atlántico. Las corrientes marinas terminan trayéndolos hacia el Caribe, mar que sirve de sumidero de la contaminación proveniente desde esos tres continentes.
Controlar así el crecimiento del sargazo a corto plazo será imposible, pues ello requeriría revertir el calentamiento global y reducir el uso de fertilizantes en África, Norteamérica y Sudamérica.
¿Cómo impedir sus efectos negativos sobre el turismo y la generación eléctrica?
El valor biológico del sargazo es inmenso. Procesado industrialmente, es fuente de gas natural, etanol y fertilizantes orgánicos. El desecho del proceso es un bagazo perfectamente utilizable en las calderas de los barcos.
El valor biológico del sargazo se pierde tan pronto llega a nuestras costas, donde se queda rápidamente sin oxígeno en las orillas, pudriéndose y exhalando vapores verdaderamente insoportables.
Aprovechar el valor biológico del sargazo en alta mar, antes de que llegue a nuestras costas, es la solución. Existen empresas innovadoras cuyos modelos de negocio persiguen precisamente este objetivo.
Alentemos pues a que muchas empresas converjan al Caribe para capturar y procesar en alta mar los subproductos del sargazo.
Alentémoslos también a comercializarlos en nuestros mercados, donde sigue creciendo la demanda de gas natural para la generación eléctrica, el etanol para mezclarlo con la gasolina y los biofertilizantes para cultivar productos orgánicos.
Alentemos una visión pragmática para confrontar el tema del sargazo, mitigando sus efectos, adaptándonos a su presencia en el Caribe.
Más que un problema, el sargazo es claramente una oportunidad que hay que aprovechar cuanto antes.