Del 13 al 23 de octubre se realizó el IV Festival Internacional de la Cultura Maya, con el lema “La lengua y la imaginación en el mundo maya”, en la ciudad de Mérida, de la península de Yucatán, donde la República Dominicana fue país invitado de honor.
Este festival busca el estudio, valoración y promoción de las diversas expresiones culturales yucatecas, así como la preservación del legado maya prehispánico a la cultura mexicana. Gracias a la Embajada dominicana en México, en la honorable persona del entusiasta embajador Fernando Pérez Memén, el país estuvo representado por Víctor Víctor, quien ofreció un concierto en homenaje a Juan Luis Guerra; el inmenso Wilfrido Vargas, quien tuvo a cargo la clausura con un recital de merengues; de igual modo, la presentación de Xiomara Fortuna, del Ballet Folclórico Dominicano, de las agrupaciones Merenglass y Bladdy Style y su bachata urbana, ambas afincadas en la patria azteca.
La parte académica contó con la conferencia que dicté sobre la historia y actualidad de la poesía dominicana, actividad presidida por nuestro embajador.
Con más de 300 eventos, este festival se realiza en la histórica ciudad de Mérida, caracterizada por su oferta gastronómica, tradición turística y potencial arqueológico, donde pudimos visitar las emblemáticas ruinas del conjunto arquitectónico que conforma el patrimonio cultural de Chichen Itzá, próxima al otro gran asentamiento de Uxmal y a la turística ciudad de Cancún.
En esta ocasión, este evento cultural dio albergue a la programación del histórico Festival Internacional Cervantino de Guanajuato, en su edición 44, dentro del marco de un desfile de actividades, tales como: conciertos, conferencias, un encuentro de escritores maya, teatro, talleres, espectáculos, exposiciones pictóricas, ballet, danza, encuentros académicos, entre otros.
Ir a Mérida y no visitar el sitio arqueológico de Chichen Itzá es como no haber ido. De modo que emprendimos un vuelo relámpago de dos horas en taxi para contemplar las maravillas arquitectónicas, legadas por los mayas al patrimonio tangible de la humanidad con la construcción de sus pirámides escalonadas de piedra, el mercado, el osario (o lugar de cremación), los templos de las águilas y los jaguares, de los guerreros, de la fecha, de los falos, de las lechuzas o del búho, de venus, de los ancianos, la iglesia, el castillo o pirámide de Kukulcán o serpiente emplumada (Quetzalcóatl, entre los aztecas), el juego de pelota (que fue durante muchos años el estadio más grande de Mesoamérica), un observatorio astronómico, las mil columnas, el cenote sagrado (o río subterráneo), el ChacMool o estatua sedente (que representa el fuego divino), que conforma un espacio mágico, matizados de misterio y monumentalidad.
Ciudad ceremonial, Chichen Itzá nos invita a una travesía por edificios y senderos que nos comunican con el esplendor y el hechizo de la ancestral cultura maya-tolteca, su arquitectura, cosmogonía, mitología y religiosidad. En un perímetro de 15 kms 2, esta civilización prehispánica desarrolló una ciudadela en Chichen Itzá, llamada “Ciudad de los Brujos del Agua”, descubierta a mediados del año 1842 por los viajeros John L. Stephens y Frederick Catherwood.
La cultura maya-tolteca fue muy avanzada en su época, por sus descubrimientos y progresos técnicos y científicos, y en los campos filosófico, artístico y astrológico, como se pueden apreciar en su iconografía y arquitectura, en la escritura de libros como el Popol Vuh o el Chilam Balam de Chumayel.
Por lo visto, este vuelo de pluma, escrito para describir la crónica de un viaje fugaz al Festival Maya, fue un espejo para mirar el tesoro arqueológico de Chichén Itzá, enclavado en el golfo del México tropical y caribeño.