Santo Domingo, la frontera... y Haití... 2

Santo Domingo, la frontera… y Haití… 2

Santo Domingo, la frontera… y Haití… 2

Miguel Febles

Haití es un país y una nación. Haitiano una nacionalidad y una condición. Para cualquier dominicano, haitiano es un negro que habla la lengua criolla (creole) de la parte oeste de la isla y que si habla en castellano dominicano lo hace con el acento del que ha tenido el creole como lengua madre.

Si es negro y habla el castellano dominicano con fluidez el sentido común entiende que es dominicano, aunque no lo sea en términos jurídicos, que es, como decir, para los fines del Estado. ¿Por qué? Porque en Santo Domingo, a pesar del mestizaje tan extendido, también hay negros puros y porque los pueblos saben, aunque no lo puedan explicar, que el alma de una nación es la cultura y la cultura entra al individuo por los sentidos y se expresa, mayormente, a través de la lengua.

Haití es un país. Y lo es porqué país y territorio son la misma cosa. Pero también es una nación, porque como pueblo tiene un perfil (nadie tiene que definir a un haitiano para identificarlo), tiene un país con el que se identifica y en el que ha forjado su historia, leyendas y mitos, una cultura popular y una lengua común a través de la que se expresa y, desde luego, una autoridad política que se hace efectiva a través de los procedimientos del Estado. Algunas prefieren ver a la haitiana como una nación atípica o fallida en sus propósitos, característica que es parte de la frontera social con el pueblo dominicano.

En 1795 España entregó su parte de la isla a Francia y se supone que la línea divisoria fue borrada, pero sólo en términos políticos, no en el plano social, porque cuando Toussaint Louverture ingresó a la parte Este en enero de 1801 y tomó posesión a nombre de Francia, la diferencia entre los dos pueblos siguió existiendo y era perfectamente posible establecer dónde terminaba la parte Este y dónde empezaba la parte Oeste, aunque fueran territorio colonial de una misma nación europea.

Cuando en agosto de 1809 fue expulsada Francia de la isla, España volvió a ser propietaria de la parte Este, que terminaba en la línea fronteriza de Ryswik, formalizada con el Tratado de Aranjuez, de 1767, año en el cual el Oeste le fue reconocido a Francia.

Al final de la nota anterior se hace una pregunta: ¿es el pueblo dominicano heredero de la parte de la isla en la que España era dueña y señora, hoy en posesión de Haití? Cualquier dominicano dirá que sí, pero esto no es correcto.

Está mediatizado por la incapacidad de los independentistas de diciembre de 1821 para sostener su obra frente a la invasión de Jean Pierre Boyer y por la de 1844 y años siguientes.

Para sostener la frontera en la línea de Ryswik había que haber empujado a las tropas en fuga del presidente Charles Herald, derrotadas en Azua el 19 de marzo de 1844, incendiar Puerto Príncipe y contenerlos más allá de la división a sangre y fuego. Pero apenas había fuerzas para buscar el protectorado.