El primer Santiago de América ya no es ni sombra de lo que fue alguna vez en nuestra historia republicana, hoy sufre los embates de la llamada globalización. Grandes plazas, hoteles, cadenas de comidas rápidas o cualquier cantidad de tiendas chinas y concesionarios de vehículos se concentran en la metrópolis de la hidalga de los treinta caballeros.
La marchanta con su pregonar desapareció, es simple lógica dialéctica, el capitalismo impone su visión; pero más allá de las remembranzas debe llamarnos a preocupación, como una ciudad pujante del desarrollo económico del país hoy se encuentra en un estado de asedio por parte de las autoridades del gobierno nacional y las autoridades locales.
Calles y avenidas inservibles, no solo por la construcción del teleférico y el monorriel, sino por el olvido de las autoridades competentes que en dichos casos serán incompetentes para resolver problemas básicos como el bacheo, la planificación y comunicación con la ciudadanía que sufre con creces pagando un alto costo en horas de tapones, combustible y el mantenimiento de vehículos que padecen múltiples situaciones por la cantidad de calles inservibles.
La clase empresarial de Santiago y hasta la oposición política ya no se inmuta ante los hechos graves que pueden ser corregidos con voluntad y presión política, las voces disidentes son pocas por no decir nada. Ante la mirada de todos el Yaque «dormilón’’ de Juan Lockward Stamers, se convirtió en una cuneta de agua servidas, que es el término que usa la plutocracia.
La responsabilidad de gestionar la ciudad en términos municipales carece de capacidad práctica; no se gestiona, no se planifica una solución a corto, mediano o largo plazo para buscar una salida. Mientras tanto, los Santiagueros seguiremos pagando el costo de un desorden fuera de orden, donde las autoridades no definen el rumbo de la ciudad.
Ciudad que una vez fue modelo de organización, pero las autoridades municipales como el Sabina aquel ´´lo niegan todo, aquellos polvos y estos lodos»