Santana frente a Santana

Santana frente a Santana

Santana frente a Santana

El mayor obstáculo para la independencia dominicana consistía en la superioridad numérica y el poder militar del ejército haitiano.

En el corto plazo era imposible igualar la enorme ventaja demográfica de Haití, varias veces superior a la nuestra.

A esa imposibilidad se sumaba la destreza de un ejército ganador que estaba en poder de un arsenal bélico con tecnología de punta.

Eran motivos muy poderosos para seguir gestionando una alianza política con una potencia en disposición y capacidad de evitar las contrariedades que acarrearían tales desventajas, actitud coherente, por demás, con el objetivo primordial de preservar el territorio y la identidad.

La experiencia vivida desde 1822 se había encargado de señalar el camino a seguir en 1844. Nadie ignoraba en Santo Domingo que los veintidós años de ocupación haitiana, tras la independencia de Núñez de Cáceres, obedecieron precisamente a la falta de un pacto semejante.

El Plan Levasseur respondía a la necesidad de evitar el colapso de un nuevo intento, y la destacada participación del cónsul francés Saint Dénis en la capitulación de las autoridades haitianas, sugiere una elevada probabilidad del protectorado con Francia cuando se proclamó la República.

Esa búsqueda incesante de igualación de fuerzas, venía desde hacía tiempo condicionando la psicología política de la sociedad dominicana, incluso desde la época de su primera reincorporación a España, en 1808.

Comprender esa realidad ayuda a interpretar con mayor dosis de objetividad las motivaciones de la segunda reincorporación, convenida en 1861 en calidad de provincia de España, no de colonia.

Sería un intento inútil, no obstante, si se desconoce que desde el Descubrimiento, nuestro territorio fue gobernado hasta 1844 por España, Francia o Haití, y que esa realidad determinó que la composición social dominicana se gestara en un medio estéril a la formación de su propia clase gobernante.

Al separarnos de Haití es cuando termina ese prolongado ciclo histórico de nuestra nación. Pero ese hito fue a su vez el punto de partida de una etapa de cambios radicales que sorprendieron a una colectividad sin ninguna cultura de autogestión.

Se trató, sin embargo, del momento clave que reveló el carácter de los hombres llamados a definir el curso de nuestro porvenir.

Algunos claudicarían, otros se desentenderían de las causas que habían promovido, y otros persistirían en los propósitos que entendían necesarios y convenientes para la sociedad.

Habría que indagar en cuál de esas tres categorías sitúa la historia al general Pedro Santana. Tendríamos a tal fin que examinar su trayectoria política desde el momento mismo que decidió integrarse, en 1843, al movimiento independentista y convertirse luego en uno de los padres fundadores de la República, suscribiendo el acta de separación del 16 de enero de 1844.

Procede además valorar el reforzamiento que le dio con su ejército privado al movimiento capitalino, y ponderar su decisión de dirigir el ejército expedicionario que repelió en la memorable batalla del 19 de Marzo la invasión comandada por el presidente haitiano Hérard.

Ante el eventual protectorado con Francia bajo el Plan Levasseur, conviene además sopesar la importancia que tuvo la prohibición de la esclavitud decretada por Santana tan pronto asumió la jefatura de la Junta Central Gubernativa; ponderar su rechazo rotundo al pedido de Francia solicitando que los dominicanos asumieran parte de la cuantiosa deuda que esa potencia le había impuesto a Haití; medir el valor que tuvo haber creado la moneda nacional, el ejército y las primeras instituciones administrativas del Estado dominicano; establecer la relevancia de su interés por fijar en la primera Constitución los límites territoriales de la República conforme al Tratado de Aranjuez; y considerar la importancia que tuvo haberle remitido al presidente de Haití, copias de la Carta Magna, advirtiéndole que los dominicanos defenderían su independencia y que no estaban dispuestos a deponer sus armas hasta haber recuperado los territorios usurpados por ese país.



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