Año tras año, para estas fechas escuchamos el mismo discurso -palabras más, palabras menos- sobre el verdadero significado de la Semana Santa, el llamado a la prudencia para disminuir la incidencia de los accidentes y la campaña de consumo moderado de alcohol y alimentos para evitar intoxicaciones y males mayores entre niños, jóvenes y adultos.
En esta semana, el Centro de Operaciones de Emergencias (COE), que congrega 22 instituciones como la Defensa Civil, Cruz Roja, los ministerios de Obras Públicas y Salud, por citar algunos, se activan con más de 40 mil voluntarios y un plan de prevención con el fin de reducir los accidentes, intoxicaciones alimenticias y alcohólicas y asfixias por inmersión.
Las cifras no mienten. Solo para esta temporada se movilizan más de 5 millones de personas en el territorio nacional. Solo este número desata una gran preocupación, sin contar la forma de movilización ni el comportamiento de los que se movilizan. Entonces, Semana Santa se convierte en el caldo de cultivo de problemas, desenlaces fatales y pérdidas irreparables.
A pesar de la redundancia en los llamados a la cordura y moderación, la recomendación a reflexionar, buscar a Dios y dedicar tiempo a la familia, seguimos viendo esta semana como las vacaciones soñadas, tiempo de diversión y muchas veces libertinaje. Nos olvidamos del prójimo y cómo, nuestras acciones sin freno, pueden dañar a los que nos rodean.
Santas redundancias en las que los organismos de prevención tienen que trabajar cada año, los recursos que se deben disponer para cuidarle la vida a los que, con sus decisiones y acciones, nos dejan ver que no les importa. Toda vida es preciada, pero ese valor debe empezar en cada uno de nosotros. Respetarnos y respetar a los demás.
Seamos humanos con conciencia. Practiquemos la prudencia, la menos común en el accionar de las personas en estos días.
No demos por sentado que estamos exentos de problemas, que la tragedia no tocará a nuestras puertas… que estamos blindados ante las adversidades. Seamos comedidos y respetemos las reglas, medidas de seguridad.
Es tiempo de que vivamos esta fiesta cristiana en su real sentido.