La comunidad de San Cristóbal sufre hoy una tragedia terrible, consecuencia de una explosión en plena ciudad. Al momento de escribir estas líneas aún no se ha determinado el saldo definitivo de muertos y heridos.
Todo parece indicar que se trata de un accidente industrial en un establecimiento rodeado de zonas residenciales y comerciales.
No es la primera vez que ocurre un accidente de este tipo. Recordemos que hace casi cinco años, Santo Domingo también fue sacudida por una explosión mortal en una fábrica de plásticos en el populoso sector de Villa Juana.
Es inaceptable la repetición de este tipo de sucesos.
El legislador y las autoridades deben tomar medidas para que las plantas industriales que entrañen un riesgo para la población, sean trasladadas fuera de nuestras ciudades.
Es cierto que muchas de ellas fueron instaladas antes de que el crecimiento poblacional de las ciudades las arropase, pero el interés público obliga y permite que se ordene su traslado. La alternativa será siempre que vivamos en la expectativa de vernos cubiertos periódicamente de cenizas y llanto.
No hay que olvidar que el Estado dominicano tiene como responsabilidad velar por el derecho al medio ambiente sano y a la salud de los dominicanos. Sólo debe permitirse la instalación y permanencia en zonas habitadas o con cierta densidad poblacional de las instalaciones con características compatibles con la habitación humana y las que sean estrictamente necesarias.
Por ejemplo, las estaciones de gasolina sólo son útiles para los usuarios si se encuentran ubicadas en zona urbana.
Al margen de lo anterior, es importante que preservemos y ampliemos la capacidad del Estado para reaccionar ante tragedias de este tipo.
Tener servicios de emergencia efectivos y modernos es indispensable para garantizar la seguridad de la población. Bomberos, policías, doctores, enfermeros, personal de primeros auxilios, todos, deben contar con las herramientas materiales e institucionales necesarias para llevar a cabo su labor.
Eso incluye condiciones laborales que les permitan trabajar y vivir con dignidad. Hoy la asolada es San Cristóbal y debemos brindarle todo nuestro apoyo tomando en cuenta que antes lo fueron otros y mañana podemos ser nosotros.