¡Qué espectáculo ver la sonrisa del gran Frank Rainieri durante las actividades del tour PGA en Los Corales de Puntacana el sábado pasado! Aparte del significado de que el más importante evento itinerante del golf profesional norteamericano celebre esta ronda aquí, la alegría de Frank me recordó cómo le conocí poco después del huracán David, cuando Punta Cana aun carecía de todo, pues ni carretera había; como voluntario, Frank organizó magníficas jornadas de ayuda a damnificados.
Cuando eso, hace casi cuatro décadas, no era aún el potentado don Frank a quien personalidades internacionales llaman “el presidente de Punta Cana”, como si fuese otro país, sino un joven emprendedor con un sueño y timbales más grandes que la Basílica de Higüey.
Constaté su calidad humana y empuje empresarial cuando fui empleado de la Cámara Americana de Comercio, donde Frank lideró importantes campañas promoviendo el imperio de la ley.
La magnitud del éxito nunca le ha nublado el juicio; Frank preserva el contagioso entusiasmo admirable y sencillez que me hacen orgulloso de llamarle amigo.