La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como un estado físico, mental, emocional y de bienestar social relacionado a la sexualidad, no es solamente la ausencia de las enfermedades, disfunciones, padecimiento o incapacidad. Para lograr esta salud y mantenerla es necesario que los derechos sexuales de las personas sean respetados, protegidos y ejercidos a plenitud.
La salud sexual actualmente debe ser un tema vital en la salud pública y la educación, pues no sólo se debe proteger a la población de las enfermedades e infecciones de trasmisión sexual, también se debe educar acerca de lo que es el ejercicio sano de la sexualidad y de las relaciones sexuales.
Diferentes trastornos y situaciones tanto en hombres como en mujeres, pueden afectar la salud sexual del individuo o de la pareja y limitar la capacidad y el desempeño sexual de modo que impida la actividad sexual y/o el disfrute de la misma.
Entre estos trastornos encontramos, las infecciones de trasmisión sexual, enfermedades agudas o crónicas, temor a embarazarse, el desconocimiento de su cuerpo, la violencia intrafamiliar, entre otros.
Algunas sugerencias para mantenerla:
-Informarse y educarse en el tema de la sexualidad.
-Evitar tener intimidad sexual bajo los efectos del alcohol y otras drogas, ya que alteran el poder de decisión y el comportamiento.
-Tratar de tener intimidad sexual con personas conocidas y aún así utilizar protección para las relaciones coitales y orales.
El conocimiento, la responsabilidad y la prudencia, son claves para una sexualidad sana, no coercitiva y gratificante.