Salones para la justicia

Salones para la justicia

Salones para la justicia

Nassef Perdomo Cordero, abogado.

Como todo abogado litigante, soy asiduo visitante de los palacios de justicia, particularmente los del Centro de los Héroes y de Ciudad Nueva, que concentran casi la totalidad de los tribunales civiles, penales y administrativos con asiento en el Distrito Nacional.

De todas las visitas obtengo la misma impresión: el espacio físico en el que se imparte justicia en la República Dominicana es lamentable e incompatible con la solemnidad de la justicia y la dignidad de quienes acuden a los tribunales.

Son pocas las salas de tribunales que cuentan con un salón propio que, además, esté en buen estado o tengan un tamaño adecuado.

Nuestros tribunales se han multiplicado a un ritmo muy superior a la infraestructura física que los alberga. Por eso, muchas veces operan en salones que no son más que la mitad de una antigua oficina a la que han echado un panel de yeso para crearlos.

Obviamente, en esos casos, los jueces deben frecuentemente buscar otro lugar para celebrar la audiencia porque las partes no caben. Incluso existen tribunales que operan en furgones.

Ni hablar del calor que en muchas ocasiones deben sufrir jueces y abogados que, además de saco y corbata, llevan toga y birrete. Parece poca cosa, pero es terrible cuando se tardan horas en audiencia. Los bancos, por lo menos en el Distrito Nacional, deberían estar en el museo de Historia y Geografía.

Son viejos, extraordinariamente incómodos por su dureza, y en gran número desvencijados. Mejor no hablemos del estado de los baños.

El peor de los casos es el Tribunal Superior Administrativo, que pasó de tener un solo salón para todas sus salas a andar como vagabundo mendicante celebrando audiencias en salas prestadas en el Centro de los Héroes, lo que obstruye su trabajo. No son esas condiciones para que ningún tribunal pueda trabajar, menos uno de esa importancia.

El problema no se limita al Distrito Nacional. En La Romana la situación es grave también. Hay salones con trabajos a medio hacer que mantienen el suelo roto hace muchos meses. Me tocó presenciar cómo una víctima tuvo que ser subida a cuestas al salón de audiencia en el segundo piso, porque la agresión sufrida le impedía usar las escaleras y no hay ascensor.

Esto es un problema que alarga los procesos, afectando la impartición de justicia. Urge encontrarle solución, con más presupuesto o como sea.