La renuncia irrevocable del Dr. Roberto Saladín Selín como miembro titular de la Junta Central Electoral (JCE), la más breve conocida en la historia nuestra y hasta donde puede recordar mi memoria histórica, deja algunas cuestionantes de todo este proceso de las primarias del 6 de octubre.
El doctor Saladín, abogado de ejercicio le renunció al presidente Joaquín Balaguer como gobernador del Banco Central en (1986-1990), esto porque en el gobierno de Balaguer se dispuso de unas medidas en el mercado de divisas con las cuales Saladín Selín no estaba de acuerdo y argumentaba que se le faltaba el respeto y prefirió renunciar.
Es decir, que estamos ante un hombre que no es la primera vez que renuncia de un puesto en el Estado Dominicano, lo que sí es de primera vez es que el señor Saladín reculara en tan solo una hora y veintisiete minutos su renuncia “irrevocable” que terminó con un punto y seguido.
Pero la cuestión de fondo sería lo que el mismo Dr. Saladín argumentara donde decía que: “En el país hay algunos sectores que creen que invocando a la amistad, agradecimiento o cualquier otro argumento cambiaría de posición”.
¿De cuáles sectores hablaría Saladín? , ¿Qué amistad sería la osada en pedir al magistrado cambiar una posición? y llevarlo a un acto de ira, el mismo magistrado prefirió reservarse las otras razones y nombres de quienes le abordaron en torno al tema, pero en algún momento deberá salir a la luz pública aunque sea en sus memorias, para que no quede como un acto irresponsable.
Leonel sin bocinas
El presidente Leonel Fernández y su equipo de comunicación manejaron una de las más grandes redes de periodistas, comunicadores e “influencers” que gobierno alguno haya tenido en el país. Para los años 2006 y 2012, recordemos que en sus mandatos al frente de la nación éstos eran una piedra angular en cuanto la difusión de sus ejecutorias y la defensa de su gobierno.
La cantidad de plumas de periodistas, comunicadores e intelectuales resonaba en todos los medios, desbordados en elogios, ovación y hurras, incluso llegó a reunirse con unos 600 profesionales de la pluma en Palacio Nacional quienes llegaron a pedir su respotulación para el año 2008.
Ante los enérgicos pedidos de reelección que hacía su red de comunicadores, el presidente Fernández llegó a decir: “cada cosa en su momento”, y que “un Presidente sólo puede gobernar en la medida en que la opinión pública refleje, de buena manera, las acciones de ese gobierno”.
Hoy la torta se ha virado y aquellos polvos trajeron estos lodos, los que defendían y vendían a capa y espada la democracia, el progreso, sosiego y bienestar social del gobierno de Fernández están del otro lado.
Es una dinámica que se mueve según el interés de cada quien, no importa el daño a la democracia y las instituciones. Fernández lo sabía, es un conocedor de la materia y por eso creó esa red de opinión que le fuera leal y el poder del presupuesto fue utilizado en los medios, para que la comunicación objetiva le sirviera a la política y no a la sociedad.
Ahora la práctica indica que esas lealtades no fueron compradas, sino usadas por el poder, y la orfandad periodística del Dr. Fernández es más que evidente.
La política sigue siendo ciencia, aunque algunos piensan que es una pulpería, la ética y los nobles ideales deben seguir siendo la referencia para la decencia política.