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Sacar las castañas del fuego

Wilfredo Mora Por Wilfredo Mora
Wilfredo Mora
📷 Wilfredo Mora

En estos momentos la violencia consume al pueblo haitiano (según el cable de las agencias de noticias, “durante 2025 Haití ha alcanzado niveles alarmantes, sumiendo al país en una crisis humanitaria sin precedentes”). Sólo por este hecho innegable no es bueno tocar el tema de la regulación de ilegales haitianos, sobre todo porque en República Dominicana se empiezan a sacar las castañas del fuego. Y el fuego se denomina “cultura migratoria”, y al regularizar por regularizar se estaría creando el mecanismo que haría posible esta nueva cultura. Haití no hace nada; nosotros, todo.

Sea que se ordene un estudio-diagnóstico para saber los datos concretos de la inmigración ilegal, y otros aspectos más, el escenario de esta problemática debe cambiar al control del Poder Legislativo, y no continuar en el Poder Ejecutivo, que no posee el fuero de la interpelación, en medio de eventos tan discordantes como la trata de inmigrantes haitianos, como la contratación en establecimientos comerciales y de la construcción, las actividades de las ONG, y en otras no menos deleznables, en la que están incurriendo funcionarios, militares y empresarios, con posibilidad de ser cierto.

La experiencia de la emigración de nacionales haitianos ha sido tan traumática desde las primeras formas de penetración hacia nuestra nación, hasta ahora mismo en que nos estamos enfrentando a un falso positivo, como es la “regularización de ilegales haitianos”, que ocurre en el momento más controvertido de la historia socio-política y económica del globo terráqueo: el mundo al borde de una gran conflagración, eso sin contar que internamente ha regresado el fantasma de la corrupción, la fuga de los capitales y la impunidad.

Nadie ha presentado las causas de esta “emigración”, más allá de ser lo que aparenta, un “nomadismo forzado” de ciertos grupos humanos de un Haití empobrecido, de gente sometida a su mala suerte en la época de la mundialización convertidos en tristes protagonistas y condenados a tener una vida al margen de la sociedad de sus vecinos, en el que son incapaces de integrarse en la estructura social del país de destino.

¿Qué no existe la democracia en Haití? –No sabemos si esa es la causa de su éxodo; más bien este derrumbe sociopolítico puede servir a que Haití retome de nuevo su sendero para la paz, el bienestar social y económico. La solución no tiene que ser, pues, la emigración desconsiderada hacia otros países.

La solución sería “regularizar” a Haití, con la presión de los gobiernos, no con los organismos internacionales.

Los que hablan de regularizar a los infelices inmigrantes haitianos no reconocen que en Haití existe una “fractura” institucional, ensanchada ahora por la presencia de pandillas criminales, que han orillado al abismo a ese pueblo.

Claro está, desde muy antes, fue el desprecio de sus propias élites económicas por la democracia, la gobernabilidad, que incluyó años de violación al sistema político democrático de esa nación, la que ha impedido que Haití pueda sortear una mejor suerte.

En todo caso, si regularizarlos representa un papel político del Gobierno dominicano, esta vez deberá considerarse a los interlocutores del país vecino. Y el Gobierno dominicano debe exigir condiciones para favorecer gradualmente a algunos de sus nacionales.

En lo personal me molesta todo este asunto de regularización de ilegales haitianos, por la razón de que nunca se ha hecho el cálculo de los datos migratorios; a que nadie los ha censado, a que no existe ningún estudio demográfico dedicado a analizar los rasgos de la emigración haitiana en nuestro país. Haití será una novela de terror, mientras no existan datos duros del problema migratorio.

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