Asonahores sorprendió ayer oponiéndose –como sin admitirlo claramente— a la construcción de edificios altos en zonas alejadas de la primera línea de playa en la zona turística de Macao y Punta Cana.
Cada vez que algún empresario o asociación pretende impedir que otros inviertan legalmente –en este caso cientos de millones de pesos y dólares— cualquiera se pregunta por qué, pues ningún inversionista sensato incursiona en mercados eficazmente satisfechos o copados.
Evidentemente las torres obligarán a muchos hoteles existentes, construidos inexplicable e injustificablemente con cuestionables e impunes perjuicios medioambientales, a ser más competitivos. Asonahores conoce esto y la legalidad de proyectos de edificios altos.
Su actual directiva sabe que autoridades y organismos internacionales han aconsejado descontinuar con la incontrolada expansión horizontal en Macao y Punta Cana, por su destrucción de lagunas, franjas costeras y manglares.
Las debatidas torres merecen apoyo del Gobierno, la comunidad empresarial (incluso la misma Asonahores), grupos ambientalistas y todos quienes aboguemos por el imperio de la ley, la libertad de empresa y nuevas inversiones. ¡Asonahores debe recapacitar!